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El parto de sostener a Guzmán

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fabiola

*Por Roberto Garcia

Justo cuando cree que merece una cocarda, aplausos y confetti, por mitigar la falta de gas en el próximo invierno acordando con el Brasil de Bolsonaro y por haber evitado el default argentino al convenir con el FMI, Martín Guzmán sufre y padece el acoso cristinista, el reclamo inclemente de su renuncia. Es el muñeco a pegarle en el parque de diversiones.

El ejercicio es acompañado por ataques salvajes a su autoridad: secretarios bajo su presunto mando lo desautorizan y objetan, hasta sueñan reemplazarlo. Ejemplos: Basualdo en Energía, quien se opone al aumento de tarifas pero no explica quién habrá de pagar los nuevos precios; y un Feletti que cuestiona la gestión económica luego de fracasar en su amenazante política de guerra a la inflación, más dura e inútil que la de su antecesora en el cargo (Paula Español), otra hija de Cristina. Hasta habla como un ortodoxo el funcionario para que no lo culpen: ahora dice entender que la inflación es un problema estructural, no de precios.

Con ese mensaje regodea a Cristina, quien tiene a Guzmán –y a otros como Kulfas, Cafiero y Moroni– como vallas a saltar antes de masticarse al propio Presidente, el hombre que le prometió como un magnate una vida mejor en la Justicia. Y no cumplió. Se excusa el Presidente recordando un cartel de un taller mecánico: “Lo normal y lo imposible, lo resuelvo en el acto. Para milagros, tardo un poco más”.

La fusiladora. Como la vice es una suerte de médium que hace hablar a los más cercanos sobre lo intangible, también se anotaron Máximo Kirchner y Andrés Larroque para fusilar a Guzmán. Integran un pelotón de cultivados en el estudio de la economía, graduados y premiados se supone. La Cámpora provee.

Protestan sin reconocerse siquiera en el pasado propio: Cristina y sus seguidores impusieron al ministro en el Gobierno y, cuando éste arregló la deuda externa con los llamados fondos buitre, hicieron campaña en todo el país para explicar la formidable tarea de Guzmán y su campaña negociadora.

Ahora, en cambio, ni atienden lo que proclama Ferraresi, un miembro de la misma escudería –siempre ayudó a Cristina en las malas épocas desde Avellaneda–, quien considera que son fabulosos los índices que registra la cartera económica. Claro, no menciona a la inflación.

Alberto conserva a Guzmán como una última cabeza de playa y ruega por la inminente llegada de su hijo Francisco, para gozar de cierto respiro político. Quizás hoy en el Otamendi, donde funciona la Unidad Médica Presidencial que le permite a algunos cobrar dos sueldos y tener vacíos los interesantes consultorios de Olivos, un desperdicio como aquella sala especial que Néstor instaló en el Argerich y nunca usó.

Lo cierto es que, para el mandatario, nunca una cigüeña y una previsible licencia estuvieron tan deseadas. Por alguien que, desvalido, no se destaca por la sobriedad de sus últimas apariciones, formula más de una opinión cuestionable y presenta un estado físico que no se compadece con un sesentón padre de familia que espera a su segundo vástago.

Confesiones de otoño. Feletti confiesa que aspira a probarse el traje de Guzmán. No es el único: también le atribuyen esa intención a Augusto Costa, primer asistente de Kicillof en la Provincia y ex funcionario de Economía. Como a los dos, según los trascendidos, les falta todavía una horneada, se sostiene que en la emergencia y ante la carencia de candidatos de relieve, el mismo gobernador podría dejar La Plata y trasladarse al Palacio de Hacienda que alguna vez ocupó.

Obvio: Kicillof llegaría por su devoción a Cristina, afiliado a una conducta obediente y dispar hasta con su pensamiento. Cuando en su gestión iba a firmar con los fondos acreedores en los Estados Unidos, una llamada lo hizo cambiar de opinión. De la dama, claro.

Ahora ha sido más sugestiva su tendencia a cambiar de rostro: luego de que firmara Guzmán con el FMI, declamó que el ministro “había evitado una catástrofe”. Pocos días más tarde parece que está a favor de la catástrofe. Su designación sería una recreación del libro de Aldo Ferrer: “Morir con lo nuestro”. Si se va de la Provincia le traslada el problema –un Conurbano a incendiarse, según él mismo teme– a una mujer, su vice Magario, sin garantía de personalidad suficiente. Pero esa es una opinión del peronismo machirulo.

Puede haber más candidatos que respondan a Cristina. Inclusive una operación superior que implique el regreso a la Jefatura de Gabinete de un hombre como Capitanich, quien en las preferencias de Cristina supera a Sergio Massa. Además, si uno de los problemas entre ella y el Presidente es el acuerdo con el FMI, el titular de la Cámara de Diputados siempre contribuyó al entendimiento con el organismo y se expuso a la negociación.

Banco de suplentes. Alberto dispone de un elenco para otros reemplazos –Rossi, por ejemplo, un aspirante en la línea de cal–, pero no se interesa en desprenderse de Guzmán: es por su propia supervivencia.

Lo peor que le puede ocurrir, aunque su equipo sea vulnerable en múltiples sentidos, es “desalbertizar” el Gabinete. El gran sueño de La Cámpora y el recurso de una vice impaciente entre el poder de dominar al Senado y que le falten apenas 8 votos en Diputados para la mayoría enfrentando, a su vez, una complejidad jurídica cada vez más asfixiante.

Tanto poder y no alcanza. No solo por los alegatos venideros de la causa Vialidad o la de los Cuadernos (que podría ser anulada al mejor estilo de las grabaciones que delataban los negocios de los involucrados con Ricardo Jaime), sino por situaciones espejo como la que finalmente determinó cárcel para el ex embajador y gobernador Urribarri, un cosechador de fondos personales que siempre estuvo a la vera de Cristina. Nadie denuncia lawfare en este caso.

Y al breve diplomático le tocó que le rechazaran un recurso y pasase a la Corte, que lo condenó. Como podría ocurrir con la Vicepresidenta en sus procesos más avanzados, del Memorándum con Irán al de hotelería Los Sauces y Hotesur. Aparte de una eventual sanción, odia caer en manos de esos cuatro magistrados que no puede voltear. Tarea incumplida por Alberto bajo la excusa de que milagros no puede hacer. O tardará mucho, como reza el cartel del taller mecánico.

(Perfil)

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Mediática y viral: la responsabilidad que nos toca a todos

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Partamos de la siguiente base. El caso Loan, además de figurar en el rubro policiales también pertenece a la categoría política. Teniendo en cuenta ese punto, es correcto que estas líneas figuren en este espacio. Y es que más allá de la aclaración, la mayoría de los ciudadanos entiende que en casi todos los casos policiales (de gran impacto) la política mete la cola.

También está claro que, en esta historia, todos tenemos diferentes responsabilidades a la hora de confeccionar el cuadro de situación que hoy nos deja este flagelo. No es lo mismo un legislador que un juez. Tampoco un policía que un periodista. Aunque todos aportamos algo. Para mal o para bien. “Cuando todos seamos superheroes, ya nadie lo será”, dice Mr. Increíble en la (gran) película “Los Increíbles”. Y algo de eso hay. Sobre todo para los nuestros. Los colegas. Los comunicadores.

Hace unos cuantos años, siempre se les pedía máxima responsabilidad a los periodistas en su trabajo cotidiano. Y es que eran (éramos) los encargados de darle a difusión a las noticias. De ahí la idea de chequear fuentes y revisar datos antes de publicarlos. Hoy el mundo cambió. El de la comunicación puntualmente. Pero el otro también. Por eso, en el auge de las redes sociales y la viralización, también algo de eso se le debería pedir a los ciudadanos.

Un reciente caso en nuestra ciudad, con escrache digital entre familiares de alumnos de una escuela local, llego hasta denuncias (en el aire) de intento de secuestro. Justamente apuntando a ese ejercicio de responsabilidad (periodística), se pudo chequear tanto en la órbita educativa como la policial que no había nada que hiciera sospechar que los hechos ocurrieron tal cual se deslizó livianamente.

¿Y entonces? ¿Qué hacemos? Con las víctimas, sobre todo. Y no me refiero al pobre infeliz del que muchos ya se saben la patente de su auto de memoria. Apunto al resto de la ciudadanía. Esa que, casi en un brote psicótico, se encargó de replicar lo más que pudo una denuncia que, evidentemente, no tenía la rigurosidad necesaria.

Sin embargo, releyendo el último párrafo, casi que se confunde el lugar que le toca a cada uno. ¿Víctima o victimario? Por qué los mismos que se alarmaron con un mensaje que tenía más ruido que nueces, estoy convencido que son los mismos que irresponsablemente (aunque sin advertirlo) contribuyeron a ese círculo vicioso ¿En que quedamos?

Casi que en nada, a decir verdad. Como en este episodio que es como tirar una trompada al vacío. La pregunta es si alguna vez la paja se separará del trigo. O al menos querrá hacerlo.

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Bahia Blanca y las alertas: ¿Le damos bola?

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Hay un antes y un después del 16 de diciembre de 2023. El temporal que azotó la ciudad y dejó el saldo luctoso de 13 personas marcó a cada uno de los bahienses.

Es importante destacar que las alertas se emiten para permitir a los vecinos tomar cuidados que nos permitan un resguardo de los acontecimientos climáticos.

Es que cada vez que sopla viento fuerte y en la ciudad es bastante normal, ahora nos tomamos la cabeza con suma precaución ¿Pero antes?

Según informes meteorológicos Bahía Blanca tuvo 15 alertas amarillas y dos alertas naranjas en 2023. Una de estas, la última fue la catástrofe.

Según el informe de PYP solo 2 personas de cada 10 toman recaudos en el pais con las alertas amarillas y los medios tienen mucho que ver.

“Es que muchas veces dicen que pasa y no pasa nada” fue una de las frases más escuchadas post temporal y de varios que tenían fiesta de egresados o encuentros que justificaron con esta frase para “No faltar”.

Los medios de información debemos de sostener que “cuando exista alerta la población deberá de resguardarse” y entender que 13 familias no volverán nunca más a ser las mismas.

 

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¿Y los concejales? Bien, gracias

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No caben dudas que Bahía Blanca está viviendo un fin de año sumamente difícil, producto del trágico temporal que azotó a la ciudad días atrás.

Luego de lo acontecido, la Municipalidad e importantísimas entidades locales como la Unión Industrial, la Corporación del Comercio y grandes empresas multinacionales, entre otras, encabezaron, como bien definió el intendente Federico Susbielles durante estos días, la reconstrucción de la ciudad.

Sin embargo, parece que ciertos actores no han tenido mucho protagonismo a lo largo de estas semanas. Ante esto, uno se puede preguntar. ¿Y los concejales? Bien, gracias. Porque, a excepción del oficialismo, los ediles de la oposición brillaron por su ausencia.

Si bien durante la última sesión extraordinaria, aprobaron en el recinto la declaración de emergencia climática, económica, social y sanitaria en la ciudad o la creación en el ámbito del HCD de la Comisión de colaboración y seguimiento de la situación de emergencia en el Partida de Bahía Blanca, los hechos ocurridos hubiesen requerido un mayor compromiso y más aun siendo los representantes de los vecinos de la ciudad.

Pero claro, son “carguitos momentáneos” de cuatro años y el oneroso salario está garantizado.

 

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