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Intervención federal de las provincias en Argentina: qué dice la Constitución y cuándo puede aplicarse

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El presidente Javier Milei volvió a tensionar la relación con el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, al exigirle que renuncie para permitir la intervención federal del distrito. El pedido se dio en el marco de la conmoción por el crimen de Kim Gómez, la niña de siete años asesinada en La Plata durante un robo.

La solicitud del mandatario nacional reavivó el debate sobre la intervención federal de una provincia, una medida extrema contemplada en la Constitución Nacional.

¿Qué es la intervención federal de una provincia?

La intervención federal es una herramienta constitucional que permite al Gobierno nacional asumir el control de una provincia en situaciones extraordinarias. Aunque es una medida extrema, la Constitución Argentina prevé su aplicación en casos específicos, con el objetivo de preservar el orden institucional y la estabilidad del país.

Qué dice la Constitución sobre la intervención federal

La Constitución Nacional, en su artículo 6°, establece que el Gobierno federal puede intervenir una provincia cuando sea necesario para:

Garantizar la forma republicana de gobierno.

Repeler invasiones exteriores.

Restablecer autoridades legítimas en caso de sedición o invasión de otra provincia.

En estos escenarios, el Gobierno nacional puede reemplazar temporalmente a las autoridades locales mediante un interventor, designado para restablecer el orden.

¿Quién decide la intervención federal de una provincia?

La intervención federal no puede ser decretada unilateralmente por el Presidente. De acuerdo con el artículo 75, inciso 31, la facultad de intervenir una provincia o la Ciudad de Buenos Aires corresponde al Congreso Nacional.

Sin embargo, en casos urgentes, el Presidente puede disponer la intervención durante el receso del Congreso, aunque la medida deberá ser aprobada o revocada posteriormente por el Poder Legislativo.

Casos históricos de intervención federal en Argentina

A lo largo de la historia, Argentina ha registrado más de 170 intervenciones federales entre 1853 y 1976. Muchas de ellas fueron utilizadas con fines políticos, lo que generó debates sobre su abuso como herramienta de control por parte del Gobierno central.

Entre los casos más recordados se encuentran:

Intervención a la provincia de Buenos Aires (1930): Tras el golpe de Estado contra Hipólito Yrigoyen, el gobierno de facto intervino Buenos Aires y otras provincias para consolidar su poder.

Intervención a Santiago del Estero (2004): El Congreso aprobó la medida para destituir al gobernador Carlos Juárez, acusado de violaciones a los derechos humanos y corrupción.

Intervención a Tucumán (1976): Durante la dictadura militar, la provincia fue intervenida en el marco del Operativo Independencia, que buscaba erradicar la guerrilla en la región.

¿Puede aplicarse la intervención federal por problemas de inseguridad?

La inseguridad es un problema grave en muchas provincias, pero no es una causal prevista explícitamente en la Constitución para justificar una intervención federal. Para que una provincia sea intervenida por cuestiones de seguridad, el Gobierno nacional debería argumentar que se está afectando la forma republicana de gobierno o que existe un vacío de poder.

Además, cualquier intervención debería ser aprobada por el Congreso, lo que implica que no puede ser utilizada discrecionalmente por el Ejecutivo.

Una herramienta constitucional de uso excepcional

La intervención federal en Argentina es un mecanismo de última instancia diseñado para garantizar el orden institucional y el respeto a la Constitución. Si bien ha sido utilizada en varias oportunidades a lo largo de la historia, su aplicación está sujeta a límites legales y control político, para evitar que se convierta en una herramienta de abuso por parte del Gobierno central.

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Sebastián Galmarini cuestionó a Mauricio Macri y lo acusó de haberse quedado “sin partido ni votos”

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El dirigente del Frente Renovador y director del Banco Provincia, Sebastián Galmarini, cuestionó este sábado al expresidente Mauricio Macri, luego de que éste confirmara la falta de acuerdo con el presidente Javier Milei tras su reunión en la Quinta de Olivos.

A través de un mensaje publicado en sus redes sociales, Galmarini afirmó: “Este pobre hombre lee cada día peor la política. Todavía no se dio por enterado que no le quedó nada. Sin partido, sin dirigentes, y fundamentalmente sin votos. Se te terminó el verso nacional, y si seguís así, te van a comer la Ciudad. ¡Regalado es caro!”.

El referente massista lanzó su mensaje poco después de que Macri relatara detalles del encuentro con Milei, al que definió como una cena “para pensar la mejor manera de reforzar los equipos y prepararse para la segunda etapa” de la gestión, aunque admitió que “no lograron ponerse de acuerdo”.

El intercambio se produjo luego de una jornada marcada por las repercusiones internas en el oficialismo tras la salida del exjefe de Gabinete Guillermo Francos y la designación de Manuel Adorni en su reemplazo.

 

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Macri cuestionó el reemplazo de Francos y dijo que no se logró un acuerdo con Milei en Olivos

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El expresidente Mauricio Macri cuestionó este sábado la salida del ex jefe de Gabinete Guillermo Francos y afirmó que su reemplazo por un funcionario sin experiencia “no parece ser una buena noticia”, señaló en relación al flamante ministro coordinador, Manuel Adorni.

“Ayer fui invitado a comer por el presidente Milei en Olivos, en agradecimiento por el apoyo que le di en la semana más difícil de su gobierno antes de las elecciones. En el encuentro hablamos sobre los temas pendientes. La idea era pensar la mejor manera de reforzar los equipos y prepararse para esta segunda etapa, pero no logramos ponernos de acuerdo”, relató Macri.

El expresidente remarcó que “la salida de un hombre con capacidad y equilibrio como Guillermo Francos, que para la ciudadanía representaba sensatez, para ser reemplazado por otro sin experiencia, no parece ser una buena noticia”.

Y agregó que existía la posibilidad de designar a “otra persona idónea de su equipo, con un perfil más técnico y mayor capacidad de conducción y coordinación de equipos, como Horacio Marín, actual presidente de YPF, que reúne todas las condiciones por su experiencia previa”.

Macri recordó que “el jefe de Gabinete de Ministros es una figura esencial: coordina los equipos políticos y de gestión en torno a una agenda y una estrategia” y consideró que “a esta decisión a mi juicio desacertada, se suma la falta de resolución de las conocidas disputas internas del gobierno, claves en la hoja de ruta del futuro”.

El exmandatario lamentó la situación y destacó la oportunidad que enfrenta el país: “Tras el esfuerzo realizado, la revalidación de la gente en las urnas y el apoyo inédito de Estados Unidos, el país se encuentra frente a una oportunidad histórica que no puede desaprovechar”.

En tanto, Macri aclaró que no busca ningún beneficio personal y remarcó que su aporte responde al interés por el futuro del país: “Como el presidente ha dicho públicamente, yo no he pedido ni pediré nada a título personal, pero me veo obligado a hacer mi aporte y a expresar mis preocupaciones porque nos une el futuro del país”.

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Axel Kicillof cuestiona la exclusión de la reunión de gobernadores: “No es una buena señal”

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El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, dirigió una extensa y crítica carta al presidente Javier Milei este sábado, manifestando su descontento por haber sido excluido de la convocatoria de gobernadores en la Casa Rosada, un encuentro centrado en los firmantes del Pacto de Mayo.

El mandatario bonaerense calificó la decisión del Presidente como un “gesto antidemocrático” “contrario al espíritu federal”.

En la misiva, Kicillof enfatizó la representatividad de las provincias no convocadas, señalando que “las provincias que usted decidió no convocar representan a más del 40% de la población argentina. Y los gobernadores que las conducimos fuimos elegidos democráticamente, al igual que usted, para defender los intereses de nuestros pueblos”, apuntó el gobernador.

El foco de la crítica de Kicillof se centró en la selectividad del diálogo propuesto por el Gobierno Nacional, indicando que “si realmente desea abrir un diálogo con quienes piensan distinto y priorizan los intereses de todos los argentinos, le digo con total claridad: no es buena señal excluir a los gobernadores que considera ‘enemigos’”, arremetió Kicillof.

La carta se interpreta como un claro posicionamiento del gobernador bonaerense ante la estrategia de diálogo político implementada por el Gobierno Nacional, que priorizó a las provincias que acompañan el Pacto de Mayo.

Texto completo de la carta

Carta al Presidente Javier Milei

Señor Presidente:

Los resultados de las elecciones nacionales del 26 de octubre fueron favorables para su fuerza política. Sin embargo, las calamidades que su modelo económico provoca en nuestra sociedad siguen su curso. Jubilados, trabajadores, comerciantes, industriales, estudiantes, sectores vulnerables y sectores medios continúan siendo golpeados por un ajuste que se traduce en recesión, feroz caída del consumo y las ventas, pérdida de empleo y, sobre todo, angustia y desesperación.

Valoro que haya decidido dejar de insultar a quienes piensan distinto. Pero su tarea, señor Presidente, es mucho más que eso: se trata de gobernar para todos los argentinos, dentro de la Constitución, respetando el federalismo y defendiendo el interés nacional. Será el pueblo, dentro de dos años, quien decida si cumplió o no con esa tarea.

En esta nueva etapa de su gobierno, usted modificó su tono y su estilo, pero aún le falta lo más importante: enfrentar la realidad. Su plan económico, basado en mantener un dólar bajo y una recesión prolongada para contener los precios, fracasó. Los dólares de Scott Bessent pueden haber sido eficaces para calmar a los mercados financieros, pero de ninguna manera resuelven los problemas de la vida cotidiana de la mayoría de los argentinos. Cabe recordar que usted tuvo que recurrir a este nuevo “salvataje” luego de que su propio plan económico pusiera a la economía y a la sociedad argentina al borde del abismo. Esa realidad debería invitarlo a tener mayor humildad y menos triunfalismo.

A partir de entonces, el presidente Trump asumió un rol inédito en la política nacional. Sus declaraciones, amenazando a los argentinos con “no ser generoso” si su candidato perdía, constituyen un episodio vergonzoso para nuestra democracia. No se registra en la historia argentina una intromisión económica y política de semejante magnitud y tan explícita. Luego, el supuesto emisario de Estados Unidos, Barry Bennet, vino al país a “ordenar” su campaña y su gobierno. Si bien esta intervención puede haber calmado los mercados y contribuido a su resultado electoral, lo hizo al precio de una pérdida de soberanía y dignidad nacional. Y a cambio de compromisos que no se dieron a conocer porque, claramente, no se trata de una sociedad de beneficencia.

Le recuerdo, señor Presidente, que el respaldo del extranjero no reemplaza el respaldo del pueblo argentino. A usted le gusta recordar que “2 + 2 es 4”. Debo señalarle, al respecto, que la suma de quienes no votaron por su fuerza política y los millones de argentinos que no fueron a votar –seguramente desalentados luego de sucesivas frustraciones económicas y decepciones políticas– constituyen una mayoría social que no lo está aplaudiendo precisamente.

Ahora bien, si realmente desea abrir un diálogo con quienes piensan distinto y priorizan los intereses de todos los argentinos, le digo con total claridad: no es buena señal excluir a los gobernadores que considera “enemigos”. Las provincias que usted decidió no convocar representan a más del 40% de la población argentina. Y los gobernadores que las conducimos fuimos elegidos democráticamente, al igual que usted, para defender los intereses de nuestros pueblos. La exclusión de nuestras provincias es un gesto antidemocrático y contrario al espíritu federal.

Por eso lo convoco, una vez más, a reunirnos para articular políticas públicas. No espere de mí insultos ni agresiones; pero tampoco espere que ceda en la defensa de los intereses de mi provincia o en la defensa de las convicciones de mi fuerza política. Resulta innegable que la provincia de Buenos Aires —donde vive casi el 40% de los argentinos, los que lo votaron y los que no— ha sido duramente castigada por su administración. En seguridad, sufrimos recortes arbitrarios; en transporte, la quita de subsidios afecta a millones de bonaerenses; en infraestructura, se paralizaron obras esenciales. A eso se suma la caída de la recaudación producto de la recesión y el aumento de la demanda social.

La situación es de emergencia, y el Gobierno Nacional que usted lidera no puede borrarse ni desertar de sus responsabilidades. El ajuste fiscal al que usted llama “superávit” se construyó en gran medida sobre la quita ilegal de fondos a las provincias. En el caso de Buenos Aires, se eliminaron el Fondo de Seguridad, el Fondo de Incentivo Docente, el Fondo Compensador para los Jubilados, se paralizaron 1.000 obras y 16.000 viviendas, entre otros. Nos debe a los bonaerenses más de doce millones de millones de pesos. Ese supuesto ahorro nacional está hecho con recursos que le pertenecen al pueblo de mi Provincia y de las demás. La Provincia de Buenos Aires es la más poblada del país, la que más produce y la que menos recursos recibe: aporta el 40% de la recaudación nacional y recibe apenas el 7%. Eso no es austeridad: es injusticia estructural.

Además de las deudas que tiene su Gobierno con las Provincias –planteadas con firmeza por mis colegas en la reunión a la que decidió excluirme– usted propone discutir una agenda de reformas. Las reformas que Argentina necesita deben estar orientadas a promover un desarrollo federal con justicia social, a fortalecer los intereses nacionales en un mundo caótico, y a favorecer un Estado eficaz, capaz de corregir las desigualdades que fracturan a nuestro país. Aún no se conoce el contenido preciso de sus propuestas para esta nueva etapa, pero las declaraciones –de sus funcionarios y de los nuevos accionistas extranjeros de su gobierno– insinúan una dirección que agravará las desigualdades de nuestra sociedad. Las reformas prometidas no contienen soluciones para una economía paralizada, para una industria nacional quebrada ni para un pueblo que la está pasando mal. Como dirigente de la fuerza política ratificada el domingo como principal fuerza de la oposición, le aseguro que se equivoca si cree que, por participar de fotos o reuniones, el peronismo va a acompañar reformas que quiten derechos, destruyan la producción y ahoguen aún más a una sociedad golpeada, endeudada y sin horizonte de progreso.

Una vez más le propongo discutir estas cuestiones —y las que usted quiera agregar— con seriedad. Así como lo hice la noche del 7 de septiembre después de que nuestra fuerza política obtuviera un triunfo contundente en las elecciones provinciales, en las cuales se ratificó el rumbo de nuestra gestión, vuelvo a hacerlo ahora que nos tocó perder por un escaso margen en la elección nacional en la Provincia. No todo se trata de consignas e insultos; la campaña ya terminó. En virtud de nuestras responsabilidades, estamos obligados a coordinar para proteger a los que más sufren, reactivar la producción, fortalecer el federalismo y garantizar que las provincias reciban lo que les corresponde.

Su gobierno desertó de sus obligaciones en materia de salud, educación, infraestructura, protección del trabajo, alimentación; quitó remedios y asistencia a los jubilados, pacientes oncológicos y personas con discapacidad. En nuestra provincia, muchísimos bonaerenses tienen crecientes dificultades para afrontar el alquiler, los servicios, los remedios y hasta la comida. Desde el gobierno provincial y los municipios intentamos dar respuestas a una demanda cada vez mayor. Para que tenga una idea, sólo en los comedores escolares y comunitarios reciben alimento más de 4 millones de bonaerenses y la necesidad crece. Se necesita al Estado para afrontar esta emergencia y usted no puede permanecer indiferente. Imagínese si tuviéramos todos esa actitud.

Presidente Milei: los argentinos la están pasando mal. Las familias están endeudadas, los comercios vacíos, la industria paralizada, los salarios pulverizados. Los municipios y las provincias sostienen con esfuerzo lo que el Estado nacional abandona. Su política económica está destruyendo el tejido social y productivo de la Argentina. Por eso le pido que escuche, que corrija, que dialogue. No con los mercados, sino con la gente. No con los poderosos de afuera, sino con los trabajadores, los empresarios y los gobernadores de su propio país. El futuro de la Argentina no se construye con odio ni sometimiento, sino con respeto, cooperación y amor a la Patria.

Atentamente,

Axel Kicillof

Gobernador de la Provincia de Buenos Aires

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