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Por qué hay que votar a Massa

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“Hay dos clases de dolor: el dolor que te hace fuerte y el dolor inútil, ese dolor que solo provoca sufrimiento. No tengo paciencia por las cosas inútiles”, así lo dijo Frank Underwood en la serie norteamericana ‘House of Cards’. Hoy los argentinos ya no tienen tiempo para los inútiles, ni para las cosas inútiles. Por eso no es Javier Milei.

Hace apenas una semana, más de 100 economistas internacionales reconocidos advirtieron que una victoria del candidato de Libertad Avanza el próximo fin de semana sería, en pocas palabras, un salto al infierno para los argentinos. “Si bien las soluciones simples pueden ser atractivas, es probable que causen una devastación en el mundo real a corto plazo”, señalaron en su carta afamados intelectuales de los números, como lo son Thomas Piketty, Jayati Ghosh, Branko Milanović y José Antonio Ocampo, entre otros.

Durante el debate, Milei sostuvo nuevamente la necesidad de dolarizar la economía. Esto significa el reemplazo del peso argentino por el dólar estadounidense como moneda de curso legal. Esto implica que una persona que gana 200 mil pesos a un valor actual de dólar libre -tomamos esa referencia porque el candidato libertario asegura que eliminaría los cepos- de 925, cobraría 216 dólares. ¿Qué alquiler en la actualidad es menor a ese sueldo promedio? ¿Ignorancia, irrealidad o delirio? Cualquiera de las formas deja a 40 millones de argentinos afuera. No hay tiempo para cosas sin sentido.

En la misma noche, Milei hizo agua en relaciones internacionales. No pudo desarrollar, por un profundo desconocimiento, cómo funciona el comercio entre países y privados. Una ineptitud preocupante para un candidato a presidente. El embajador argentino en Suiza, Gustavo Martínez Pandiani, en referencia a los planteos del candidato, alertó: “La diplomacia no es un buen lugar para hacer amateurismo. No se puede jugar como si fuera el TEG. Todos los Estados del mundo, y especialmente los más ricos, invierten enormes recursos en agregados comerciales para abrir mercados para sus empresas. Sin ese trabajo sería prácticamente imposible llegar a exportar para las pymes”.

La incapacidad del libertario fue tan grosera que se olvidó de la existencia de la Organización Mundial del Comercio, creada en 1995, que brinda el soporte jurídico e institucional que explica el 98% del comercio mundial. Es decir, ningún país decidió renunciar a su política comercial externa, o más bien, a la posibilidad de incidir en las operaciones comerciales entre privados mediante la fijación de aranceles, la utilización de medidas de defensa comercial o la determinación de requisitos técnicos o sanitarios. Es imposible pensar las relaciones comerciales sin presencia del Estado. No existe en el mundo real.

El 28 de agosto pasado, los gobiernos de Estados Unidos y China acordaron, ese lunes, la conformación de un grupo de trabajo con el objetivo de “buscar soluciones a cuestiones comerciales y de inversiones”, de acuerdo con el reporte del Departamento de Comercio estadounidense. De esta manera, la secretaria de Comercio de Estados Unidos, Gina Raimondo, y su par chino, Wang Wentao, sellaron el acuerdo en el marco de una reunión en Beijing en la que ambas potencias participaron con sus delegaciones. Según el comunicado, la secretaria de Comercio estadounidense expresó que ambos países comparten “700.000 millones de dólares en intercambios comerciales”, por lo que resulta “extremadamente importante que tengamos relaciones estables”. También afirmó que se encuentran “por supuesto, en desacuerdo sobre varias cuestiones”, pero Raimondo consideró que es posible “avanzar si somos directos, abiertos y pragmáticos”. Las dos economías más importantes del mundo se sientan a negociar porque se necesitan. Estados Unidos comercializa con China. Uno de los países más importantes de la historia moderna precisa, pese a sus diferencias, de China. Este es el mundo real. Según Milei, Argentina puede prescindir de su relación con el país asiático. Hoy, ni los argentinos ni el mundo tienen más tiempo para discusiones inútiles.

Milei y el expresidente brasileño, Jair Bolsonaro, han hecho pública su relación y apoyo infinidad de veces. Han coincidido en varios temas y el candidato de Libertad Avanza ha adelantado que varias de las políticas aplicadas por Bolsonaro las pretende experimentar en Argentina, tales como políticas internacionales, ambientales, económicas y sociales, entre otras. ¿Cómo le fue a Brasil con Bolsonaro? El hambre y el empobrecimiento de una parte de la población son el legado que deja el presidente Jair Bolsonaro tras cuatro años de gobierno, junto a la deforestación descontrolada. Además, los incendios dolosos se intensificaron, situándose en el nivel más crítico desde 2010. La economía también se vio duramente impactada durante la gestión de Bolsonaro, situación que el mandatario atribuye a la pandemia, a la política de aislamiento social implementada por los gobernadores y a la crisis energética agudizada a nivel mundial. Lo cierto es que la deuda pública de Brasil creció exponencialmente durante su gestión y terminó siendo el 78% del PIB.

El aumento exponencial de armas y municiones entre los coleccionistas brasileños es otro resultado de su gestión. Su obsesión por “armar al pueblo para que no sea esclavo” es más que conocida. En la presentación de su candidatura, en julio de 2018, Bolsonaro prometió que su primera iniciativa como presidente sería liberalizar la posesión de armas para civiles. Lo intentó en varias ocasiones, pero el Congreso y la Corte Suprema tumbaron todos los decretos. No obstante, encontró otro camino para armar a la población. En tres años, el número de armas registradas por cazadores, coleccionistas y tiradores se triplicó, alcanzando el millón, según datos de los institutos Igarapé y Sou da Paz. La región amazónica experimentó un aumento del 700%, con un aumento consecuente de homicidios. ¿Esto es lo que se quiere repetir en Argentina? ¿Estos son los ejemplos para salir adelante?

Los argentinos no tienen más tiempo para discusiones que no representan su sentido y composición histórica. Argentina no es un país armado. Su tasa de 7,4 armas de fuego en manos de civiles cada 100 habitantes se encuentra, según Small Arms Survey, por debajo de la mayoría de los países de la región. Una reciente encuesta realizada en mayo de 2023 a nivel nacional reflejó que el 77% de las personas encuestadas se mostró en contra de “la libre portación de armas de fuego”. La participación de la sociedad en el plan de desarme permitió retirar de circulación más de 200.000 armas de fuego entre 2007 y 2022. Por los resultados alcanzados durante sus primeros años, en 2013, ese programa fue premiado a nivel internacional como una política modelo.

Las leyes sobre restricción de armas de fuego aprobadas en el Congreso de la Nación en los últimos años también reflejan ese consenso, con votaciones afirmativas al control de armas y al desarme prácticamente unánimes. Diversos estudios confirman que la mayor presencia de armas de fuego en una sociedad, lejos de disminuir el delito, contribuye al aumento de la violencia, el delito y las muertes. Y, a la inversa, las políticas de control se relacionan con una reducción de esos problemas. El caso de Estados Unidos, el país con más armas de fuego en manos de civiles del mundo —120 armas por cada 100 personas—, es paradigmático. Su tasa de homicidios fue 7,5 veces mayor que la tasa de otros países de altos ingresos, lo cual suele atribuirse a su tasa de homicidios con armas de fuego, que es casi 25 veces mayor. Desde matanzas masivas, algunas de ellas en escuelas, hasta un mayor número de suicidios y feminicidios, los efectos de la libre circulación de armas de fuego han sido ampliamente verificados en otros países.

Volvamos a la elección “más importante de los últimos 100 años”.

La lógica de los encuestadores siempre indicó lo contrario a lo que sentía el metro cuadrado que habita la gente. Algunos ejemplos contemporáneos: hace apenas unos meses, todas las consultoras vaticinaban la imposibilidad del oficialismo de llegar al balotaje. La fragilidad de un frente que tenía un candidato poco competitivo que quedaba cinco puntos debajo del candidato mediático y sin experiencia, Javier Milei. “La gente no come vidrio”, decía mi abuela.

Esto que pasaba arriba de la pirámide también sucedió abajo. En la provincia de Buenos Aires, tras las PASO, los estudiosos de las estadísticas vaticinaban una elección cerrada y Axel Kicillof terminó ganando con una diferencia de 20 puntos con respecto al segundo. Otro caso podría ser el distrito de Lanús: el candidato que presentaba el oficialismo era un seguramente perdedor, pero los vecinos de la ciudad no quisieron que esto fuera así y eligieron a Julián Álvarez, quien se quedó con un amplio triunfo que lo llevó a recolectar el 44,6%.

Para seguir con la provincia más poblada, deseada y complicada de Argentina: las consultoras se equivocaron en Quilmes; Mayra Mendoza fue reelegida con un 51%; no acertaron en Hurlingham, donde el candidato de Unión por la Patria, Damián Selci, se consolidó con un 45%, superando por más de 13 puntos a su competidor de Juntos por el Cambio.

Para la próxima, hay otros datos a los cuales habría que prestar mayor atención. El consumo de medios en tiempos de híperconectividad parecería resultar menos azaroso. Veamos qué dice IBOPE, que se especializa en la medición del rating en Argentina. En lo que va del año, el promedio del canal de noticias LN+ es de 1,73, claramente una pantalla crítica del candidato a presidente, Sergio Massa. El segundo canal de noticias más importante del país, TN, también opositor al oficialismo, acumula hasta esta parte un promedio de 2 puntos de rating. Mientras que, del otro lado, C5N ha logrado un promedio anual de 2,10 y Crónica, otro grupo mediático más oficialista en esta arbitraria separación, acumula 1,63. ¿Sumamos a los opositores con los opositores y a los oficialistas con los oficialistas? No. Los argentinos ya no tienen más tiempo para sumas que no les sumen.

Massa tendrá una gran labor: la de reconstruir una falta de representatividad que dejó a los argentinos faltos de tiempo y, sobre todo, de paciencia. Así se explica Milei. Incluso el candidato de Unión por la Patria deberá darle valor a los símbolos que le dan vida al ejercicio cotidiano del poder. Un profesional como el actual ministro de Economía no desconoce que todo aquello que tocó el actual presidente Alberto Fernández carece de atributo. Solo un dedicado, obsesivo del detalle y los rincones del Estado, puede encarar la tarea.

Argentina necesita volver a tener un jefe de Estado, uno con temple, firmeza y humildad, que pueda velar por los intereses de las mayorías, con una burguesía criolla que comprenda las necesidades actuales y aproveche la coyuntura histórica. La unidad necesita la conducción de un sacerdote de este oficio. Massa ha macerado su sabiduría, sobre todo su momento justo y exacto. Lo ha creado. Ha tenido la ayuda de la sacerdotisa, su método, su brújula y su descanso. Ese lugar donde puede volver cada vez que se pierde y necesita la lectura de un oráculo confiable. Eso es un líder.

Los argentinos ya no tienen tiempo para experimentos televisivos sin conocimientos que no ubiquen al país en el lugar que le corresponde en el mundo. Los argentinos ya no tienen tiempo para frágiles emocionales que no comprendan las oportunidades y las capacidades de quienes habitan este suelo. Los argentinos ya no tienen tiempo para las promesas incumplidas. Los argentinos ya no tienen tiempo para no hacerse cargo de la responsabilidad de la Argentina que se viene, porque el contexto los obliga. Porque ya no tienen tiempo es que no es Milei. Porque ya no hay tiempo es que es Massa. Y porque la respuesta siempre fue la política. Porque es su tiempo.

Según la teoría hegeliana, el pensamiento va avanzando desde una afirmación inicial o tesis, a la que se opone una segunda idea o antítesis, y con ello se llega a una afirmación nueva o síntesis, que es la combinación superadora de las otras dos ideas y así sucesivamente. Como dijo el periodista Carlos Pagni: “Menem fue la tesis, Néstor fue la antítesis y Massa es la síntesis”.

Fuente: Infobae

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Olivos apuesta al maratón legislativo: pactos, internas y riesgos

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Olivos quiere cerrar el año con un maratón legislativo que le permita coronar el Presupuesto 2026 y avanzar con la reforma laboral, tema que divide aguas en medios oficialistas sobre las chances reales. La ofensiva, que el lunes debería asegurar la integración de comisiones al menos en Diputados, va a exponer sin demoras los alcances y costos del pacto con gobernadores, el juego de internas y los riesgos que podría arrastrar el juego violeta, por falta de cálculo según algunos socios o, de acuerdo con los más críticos, por cerrazón política.

La negociación por el Presupuesto pareció enderezarse desde mediados de esta semana, lo que explicaría la demora inicial para integrar la Comisión de Presupuesto y Hacienda en Diputados. Quedó para el lunes y mostraría premiados y castigados desde la óptica ofcialista.

Según trascendió, no sería esa la única convocatoria para iniciar la semana, aunque sí la prioritaria para los planes del Gobierno. La hoja de la presidencia de la Cámara baja, a cargo de Martín Menem, incluye la integración de otras comisiones atadas a las iniciativas oficiales: Legislación del Trabajo, a la espera de los pasos del Senado con la reforma laboral, y Recursos Naturales, por el sensible capítulo de la ley de Glaciares, además de Legislación general y Asuntos Constitucionales.

Es probable que una primera discusión en el ámbito de Diputados esté centrada en un tema que, de todos modos y para operadores con kilometraje legislativo, sería un hecho consumado: el reparto de asientos en las referidas comisiones, empezando por PyH, para asegurar socios y aliados. En medios opositores como Provincias Unidas y, por supuesto, en la franja dura del peronismo/K señalan que finalmente terminarían ganando lugar, por encima de su peso, espacios de gobernadores del PJ que fisuraron a UxP y algunos provinciales.

La ofensiva por el Presupuesto y los primeros movimientos por la reforma laboral están mostrando acuerdos que, como en la política tradicional, tienen contraprestación clara: la distribución de fondos manejados discrecionalmente por el poder central. También, y a pesar de los tiempos consumidos para elaborar los proyectos y encarar tratativas públicas y reservadas, problemas que podrían derivar en la Justicia -sobre todo, en el caso laboral- y pulseadas domésticas.

Las señales de cierre de trato con gobernadores no estuvieron dadas por nuevas negociaciones, sino más bien por respuestas a reclamos que anotó el Gobierno en la ronda de conversaciones de Diego Santilli con gobernadores. No incluye al menos por ahora a la totalidad de los gobernadores convocados por el Ejecutivo. Y se trata sin vueltas de demandas a cambio de votos en el recinto. “Están cumpliendo”, resumió en el cierre de la semana una fuente cercana a varios jefes de provincias, que apenas unos días antes definía como “lenta” a la reacción de la Casa Rosada. El filtro de Economía asomaba como el principal factor de duda sobre el resultado final de las tratativas.

La inusual atención a Tucumán con el giro de ATN asomó como un dato expreso, tosco, del tipo de convenio no escrito. Osvaldo Jaldo viene jugando como aliado de Olivos desde los primeros meses de esta gestión, tomó distancia en la etapa de ofensiva de LLA en su propio distrito -hasta rearmó alianzas locales rotas por su alineamiento nacional- y volvió a jugar como amigo después de octubre.

No es el único caso que exhibió el tipo de avance, con selección de casilleros. El catamarqueño Raúl Jalil es especialmente apreciado después de romper con UxP y favorecer la movida de LLA para convertirse en primera minoría de la Cámara baja. Eso fue reconocido como parte de la atención a sus reclamos. También hubo aportes claros por afuera del peronismo: se destacan los compromisos con los sanjuaninos de Marcelo Orrego y los misioneros de Carlos Rovira. Algunos de ellos ganaron casilleros llamativos en Presupuesto y Hacienda, según el listado que trascendió anoche.

Las tratativas con aliados como el mendocino Alfredo Cornejo y el entrerriano Rogelio Frigerio estaban prácticamente cerradas, pero faltaban las concreciones, como había ocurrido en otros momentos de la gestión mileista. En cambio, más fría venía la relación con Santa Fe y Córdoba. Tampoco asomaba un desenlace para las retomadas conversaciones con la Ciudad de Buenos Aires, por la poda de coparticipación decidida por CFK y ejecutada por Alberto Fernández.

El oficialismo confía en tener número para acelerar el trámite del Presupuesto. La idea es integrar la comisión el lunes, emitir dictamen de inmediato y sesionar a mitad de semana. Si lo logra, pasaría al Senado, para que lo vote sin modificación alguna y lo transforme en ley. Eso requiere que el alcance del pacto con gobernadores y el aval disciplinado de socios sea repetido en la Cámara alta.

El Senado viene con su propia carga, es decir, la reforma laboral. Y el punto es otro, en forma de interrogante: ¿el acuerdo de ida y vuelta con jefes provinciales por el Presupuesto garantiza apoyo también en este caso? No estaría claro, entre otras razones porque algunos renglones del tramo tributario del texto podrían dañar los ingresos de los distritos por coparticipación. Para el Gobierno, es una cuestión más inquietante que la posibilidad de demandas judiciales por los artículos impositivos. Cree que eso no tiene destino práctico.

Más allá de ese punto en particular, desde pliegues del oficialismo trasciende cierto malestar por la falta de manejo en puntos sensibles para las provincias. No es fácil de sostener tampoco el punto vinculado con indemnizaciones, que puede afectar el sistema previsional. Y en rigor, la tensión tiene que ver con la velocidad que busca darle Patricia Bullrich, para afirmarse además como jefa política del oficialismo en el Senado. Eso explica las diferencias en la proyección sobre tiempos: desde el dictamen a la votación en el recinto antes de fin de año. Son pocos los días hábiles y suelen ser muchos los viajes de legisladores a sus provincias por las Fiestas.

El proyecto, por lo demás, generó posiciones encontradas sobre los puntos más sensibles para los jefes sindicales. Y hasta aportó un dato fuera de lo común en el círculo más cercano a Milei. Dicho linealmente, de un lado quedaron los “más políticos” –Karina Milei o su gente y Santiago Caputo– y del otro los más “técnicos”, empezando por Federico Sturzenegger. De todos modos, el cálculo de tiempos para acelerar el tema expone que la apuesta es al pacto político, sin consideraciones sobre convocatoria a los sectores involucrados: cegetistas, organizaciones empresariales, expertos en legislación del trabajo.

Fuera de agenda del oficialismo, surgió un mensaje inquietante para el Gobierno. La Asociación de Magistrados se pronunció contra artículos del proyecto que, sostiene sin vueltas, apuntarían a la “disolución de la Justicia Nacional del Trabajo”. ¿Impericia? Puede ser, pero antes parece un reflejo político de fondo, amortiguado por las necesidades de acuerdo y sostén político para los proyectos, como mensaje que supera las fronteras.

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El Gobierno acelera en Diputados para darle media sanción al Presupuesto 2026: quiere sesionar el jueves

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El lunes volverá la actividad en la Cámara de Diputados de la Nación cuando se conformen las cinco comisiones a las que llamó el oficialismo.

A partir de media mañana los legisladores comenzarán a reunirse en las salas del Anexo para conformar y votar las autoridades de las comisiones de Presupuesto y Hacienda; Asuntos Constitucionales; Legislación Penal; Legislación del Trabajo y Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano.

La que concentra la mayor atención en estos días es Presupuesto ya que es la única de las leyes que ya tiene debate previo y, según confiaron fuentes del oficialismo, buscarán aprobar en un período de 12 días hábiles.

El Cronograma que diseño La Libertad Avanza para poder lograr el objetivo, y que ya le comunicó a los legisladores de la oposición, es la de avanzar con el debate del presupuesto el martes y miércoles, dictaminar el último de los días y el jueves ir al recinto para darle media sanción.

“Tiene que llegar al Senado el lunes 22 para que lo puedan aprobar el 29 o el 30 de diciembre”, explicó un diputado libertario. Respecto a si cuentan con las firmas para dictaminar y los votos en el recinto, el mismo legislador se mostró confiado. “Si logramos dictaminar cuando éramos minoría seguramente lo podremos hacer ahora”.

En la oposición aseguran que quieren que haya presupuesto el año que viene, pero muestran diferencias respecto del proyecto oficial.

El peronismo insistirá con un dictamen propio señalando que el texto que propone el Ejecutivo es de “ajuste”.

Por el lado de Unidos, la decisión que se tomó en las últimas horas es la de ir con un dictamen propio tomando como base el que había presentado el diputado Nicolás Massot de Encuentro Federal.

En ese momento, Massot señalaba que el proyecto contenía la aplicación de las leyes sancionadas por el Congreso y que el Ejecutivo se negó a llevar adelante. Particularmente, se refería a la aplicación de las leyes de Emergencia en Discapacidad, Garrahan y Presupuestos para las Universidades nacionales.

El diputado por la provincia de Buenos Aires señalaba que su proyecto de Presupuesto “va a arrojar superávit de 0.9 y no de 1.5%. Se va a cumplir la ley y la financiación va a ser de rentas generales”.

En paralelo, La Libertad Avanza buscará avanzar en las otras comisiones y, aunque no lo tiene planeado, puede ser que en algunos de los temas se formalice un plenario de comisiones. Particularmente el proyecto de Ley de Compromiso Nacional para la Estabilidad Fiscal y Monetaria.

Este proyecto, que genera un fuerte rechazo de parte de los legisladores de la oposición, establece en su artículo 4 que toda ley “que establezca o autorice gastos no contemplados en el presupuesto general comenzará a regir una vez que las partidas correspondientes sean incluidas expresamente en la ley de presupuesto general del ejercicio fiscal siguiente al de su sanción”.

El punto en conflicto es el artículo 10 de la norma que establece una modificación del Código Penal en donde se introduce que “será reprimido con prisión de UNO (1) a SEIS (6) años e inhabilitación absoluta por el doble del tiempo de la condena el funcionario público que, en violación de las reglas fiscales previstas en la Ley de Compromiso Nacional para la Estabilidad Fiscal y Monetaria, dictare, aprobare, autorizare o ejecutare normas o actos administrativos que modifiquen o incrementen los gastos públicos previstos en el Presupuesto General de la Administración Nacional sin contar con los recursos debidamente acreditados y previstos para su financiamiento”.

Con esta norma, los legisladores entienden que el Ejecutivo busca restringir el derecho de los diputados y senadores de presentar leyes que modifiquen el gasto establecido por el Presupuesto y ponen como ejemplo las normas aprobadas este año y que el Gobierno se negó a aplicar.

“El único que puede modificar las partidas del Presupuesto es el Jefe de Gabinete, si el Congreso establece una ley que implica sacar recursos de alguna partida para destinarlo a otra. Se quejaban del kirchnerismo pero si no podemos establecer esa discusión pasamos a ser una escribanía el Ejecutivo”, explicó un diputado opositor.

Para poder avanzar en esta ley se tiene que trabajar en la Comisión de Legislación Penal, de Asuntos Constitucionales y de Presupuesto, por lo que una opción que se estudia en el despacho de Menem.

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La contraofensiva que prepara el Gobierno contra la batalla de la CGT por la reforma laboral

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No es que ya no haya dialoguistas en la CGT. Lo que sucedió es que la reforma laboral de Javier Milei transformó a todos los dirigentes en combativos. El ala política del Gobierno logró eliminar y moderar algunos artículos que irritaban al gremialismo, pero el análisis más detallado del proyecto oficial dejó al ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, como el gran triunfador: en muchos de sus 197 artículos se apunta a romper la vieja coraza protectora del poder sindical.

A esta CGT elegida el 5 de octubre no le quedó otro camino que estrenar el método de la protesta: los líderes sindicales quieren llevar 150 mil personas a la Plaza de Mayo para presionar al Gobierno y a los legisladores.

Aun así, sobrevivieron canales subterráneos de diálogo entre dirigentes gremiales y representantes libertarios, que hasta ahora demostraron ser insuficientes para alcanzar una tregua. Esos interlocutores oficiales ya estaban avisados de que se iba a decidir una movilización para protestar contra la reforma laboral, ideada como una forma de descomprimir el creciente malestar en el sindicalismo y contener a los sectores más duros.

Por eso, aun en medio del amenazante sonido de los los tambores de guerra, hay expectativas de que el Gobierno acceda a introducir en el tratamiento parlamentario algunos cambios en el proyecto final: hay artículos que, tal como quedaron redactados, son “una provocación”, como se quejan los máximos líderes sindicales.

Uno de los que piensan así es Gerardo Martínez (UOCRA), el adalid del sector dialoguista que defendió a capa y espada la integración de la CGT al Consejo de Mayo con la intención de consensuar la reforma laboral. Hoy, sigue reivindicando el diálogo, pero habla como el más duro de todos: “Hay una intromisión del Gobierno en la libertad sindical, en la relación que existe entre empleadores y trabajadores a través de la articulación de los convenios colectivos de trabajo”, aseguró a Infobae.

“No se observa libertad en el ejercicio de las actividades privadas -dijo-, sino que se busca meter al Estado desde la política para ejercer un cierto condicionamiento a lo que representa la defensa de los trabajadores, tanto en el derecho colectivo como en el derecho individual”.

Aun así, Martínez rescató algo: “Desde la CGT mostramos que no le tememos al diálogo. Consideramos que cualquier propuesta de diálogo surgida desde el Poder Ejecutivo, que tiene la responsabilidad de administrar el destino de la Argentina, es importante, más que nada para resolver los problemas estructurales. Así como le preocupa al Gobierno el nivel de informalidad que hay en Argentina, nos preocupa a los dirigentes que representamos al movimiento sindical en la CGT. Sabemos que con el actual modelo económico lo único que se va a lograr es tener más desocupación por el nivel de recesión y de crisis que está pasando el sector productivo, donde se observa gran cantidad de empresas grandes, medianas y pequeñas que están cerrando sus puertas. A eso se suma la apertura indiscriminada de la política económica, permitiendo el ingresos de miles de productos que vienen subsidiados del exterior”.

Más allá de distintos artículos urticantes para la CGT, el ejemplo del sindicalismo sobre la provocación del Gobierno se basa en el artículo 126 de la reforma laboral, en el que dice que “los empleadores podrán actuar como agentes de retención de los importes que, en concepto de cuotas de afiliación, deban abonar los trabajadores afiliados a asociaciones sindicales con personería gremial, siempre que medie conformidad expresa del trabajador y acuerdo entre las partes”.

La ley vigente establece la obligatoriedad de que los empleadores actúen como agentes de retención y no sólo de las cuotas de afiliación, como quedó ahora tras la modificación libertaria, sino también de “otros aportes”, lo que permitió que también estuviera garantizada la recaudación de las cuotas solidarias.

¿A quién le molesta que los sindicatos tengan acceso más fácil a recaudar las cuotas de sus afiliados, que pagan de manera voluntaria? Es cuestionable el sistema de cuotas solidarias porque fija el descuento salarial tanto a los afiliados como a los no afiliados de manera compulsiva y obligatoria, pero incluso la Corte afianzó el esquema de los empleadores como agente de retención de las cuotas sindicales al convalidar ese beneficio para los sindicatos con simple inscripción, en un fallo dictado en 2021 que fue un golpe para el establishment gremial.

Un abogado que asesora a empresas incluso encontró una contradicción del Gobierno que favorecerá los litigios: impulsa aquel artículo que jaquea la recaudación de las cuotas sindical, pero no derogó la Ley 24.642, que establece un procedimiento como juicio ejecutivo para el cobro de las cuotas sindicales que el empleador debe retener obligatoriamente. Entonces, según este abogado, “mantuvieron una ley que en realidad pasaría a no tener fuerza legal, salvo que el trabajador haya consentido afiliarse, comunicarle al empleador y que el empleador haya asumido un compromiso de retener y no hacerlo”.

Para la CGT, todo esta trama que rodeó a la reforma laboral pone al desnudo que el ala política del Gobierno (los Menem y Santiago Caputo) se impuso a Sturzenegger en algunos puntos del proyecto, pero no alcanzó a desactivar un grupo de “artículos-bomba” que finalmente hicieron estallar la relación con la CGT.

Los líderes de la CGT reaccionaron rápidamente para evitar que los apurara el ala dura y apenas comenzó la reunión de Consejo Directivo de este jueves (la primera de esta nueva conducción), el cotitular cegetista Jorge Sola (Seguros) propuso una movilización para el jueves 18, que todos aceptaron sin reparo alguno (ese día incluso marchará la izquierda trotskista, que además de movilizarse le reclama a la CGT hacer un paro general).

La actitud del Gobierno terminó endureciendo a toda la central obrera, que cerró filas alrededor de su triunvirato, de una impronta más dialoguista. Otro dirigente de llegada al Gobierno como Sergio Romero (UDA) también se pasó al bando de los duros: hace meses que pelea infructuosamente con sus colegas para mejorar el salario docente de apenas 500 mil pesos.

Fue curiosa una postal que se registró este viernes: Luis Barrionuevo (gastronómicos), que perdió su lugar en el triunvirato de la CGT e influencia sindical, organizó una comida de sus dirigentes más fieles con Jorge Sola para anunciarle su apoyo a la protesta del jueves 18. Allí también estaban dirigentes inflexibles como Omar Maturano (La Fraternidad) y volubles ante las medidas de fuerza como Roberto Fernández (UTA), e incluso Sergio Aladio (Camioneros de Santa Fe), el máximo opositor interno de Hugo Moyano (¿se quejará porque Jorge Sola se sentó al lado de su peor enemigo?).

Ahora, la CGT reforzará el lobby entre gobernadores y legisladores dirigido a lograr los votos necesarios para que se caiga la ley en el Congreso y promoverá la impugnación judicial del proyecto. ¿Alcanzará? Ninguna de las partes de este conflicto aceptará una derrota.

Por eso hay exponentes libertarios que planean una contraofensiva contra la CGT: si bien aún no hay ánimo de una batalla total, podría haber “hostilidad” en la distribución de fondos para las obras sociales, como insinuó un funcionario con despacho en la Casa Rosada.

Desde la CGT, que se imaginan algo sí, hay pánico: si ya tienen problemas para administrar obras sociales en crisis, la perspectiva será peor, tal como surge de un dato de los técnicos cegetistas: la baja de 1 punto en las contribuciones patronales que prevé el proyecto equivale a 16.500 millones mensuales menos en el Fondo Solidario de Redistribución (que paga los reintegros a las obras sociales) y a 96.000 millones menos en la masa a distribuir entre las entidades del sistema sindical de salud (según los cálculos sobre números de agosto).

El escenario que quedó instalado preanuncia que ambas partes están condenadas a una guerra de final imprevisible. ¿Habrá vencedores y vencidos? ¿O el Gobierno y la CGT se conformarán con un empate?

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