El diputado de La Libertad Avanza Javier Milei se manifestó hoy a favor de la venta de órganos, al considerar que se trata de un “mercado más”. Consultado sobre si estaba a favor, respondió: “Vos podrías pensarlo como un mercado. El problema es por qué todo lo tiene que estar regulando el Estado”.
Los dichos del parlamentario, entrevistado en Radio Mitre, no pasaron desapercibidos, y el titular del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai), Carlos Soratti, salió al cruce. Aseguró que el planteo “atrasa un siglo” la discusión sobre la donación y que los dichos “son un disparate”.
Soratti dijo: “Es un tema que no tiene ni siquiera sentido debatir. El mundo ha avanzado de tal manera que las legislaciones de trasplante de todos los países han regulado muy claramente, justamente para que los sistemas de donación y trasplante sean sustentables y que den garantías de confianza a la sociedad. Por eso es que se regula el donante cadavérico, se regula el donante vivo hasta un determinado grado de relación, ya sea genética o familiar, se regulan los establecimientos. Es decir, se autorizan los establecimientos del implante, se habilitan los equipos de trasplante y todo eso queda registrado en sistemas de información”.
“Además, Argentina tiene un sistema de información que realmente es una columna vertebral de la transparencia y la trazabilidad, donde cada persona que ingresa en lista de espera es un proceso registrado por todos. Por el médico que lo indica, por el financiador que autoriza la práctica, el laboratorio de histocompatibilidad que ingresa la información. Todos los actores del trasplante son agentes que ingresan al sistema de información de trasplante precisamente para dar garantías de transparencia y trazabilidad y eso es lo que hace un sistema sólido, confiable que genera esa actitud que hoy en Argentina está tan presente, de solidaria por la donación”, detalló el profesional de la salud, y agregó: “Imaginemos si no tuviésemos ese marco regulatorio, no existirían sistemas de trasplante en el mundo. En la actualidad son sistemas regulatorios que existen desde que el trasplante se instaló como una indicación terapéutica porque es un procedimiento muy especial”.
Sobre este punto profundizó: “Sacar un órgano de una persona fallecida o viva e implantarlo en otra no es algo sencillo. Por eso digo, que este debate atrasa un siglo la discusión. No es algo que se pueda plantear de esa manera”.
Soratti también respondió al argumento de Milei que planteó que “hay estudios en Estados Unidos que indican que, si dejaras esos mercados libres, funcionarían muchísimo mejor y tendrían menos problemas”.
“Miente cuando dice que hay estudios en el mundo. Es falso. No hay ningún país en el mundo en el que se establezca la posibilidad de la compra y venta de órganos. Lo que sí hay, es una unanimidad tanto en los organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud, por ejemplo, con las resoluciones de la Asamblea Mundial de la Salud que ha actualizado principios rectores para garantizar la equidad en el acceso a la gratuidad de la donación y el altruismo. Lo mismo pasa en las sociedades científicas y la Sociedad Internacional de trasplante”, dijo el presidente del organismo a cargo de los trasplantes en el país. Y siguió: “Han generado consensos para luchar, justamente, en contra de las transgresiones de esa legislación para que no exista la posibilidad de que el trasplante se desvirtúe de esa manera”.
El médico fue tajante: “Esta propuesta es una locura. Generar un mercado de órganos lo que haría sería acabar con los sistemas nacionales de donación y trasplante. Cuando se hacen trasplantes fuera de estas normas el resultado es muy pobre, porque falta toda esa atención que requiere el seguimiento de un proceso de trasplante. No solo en parte por la compatibilidad. Sino también por el monitoreo que requiere la relación entre el médico que tiene continuidad durante toda la vida. Un paciente trasplantado es alguien que debe tomar una medicación inmunosupresora toda su vida y eso requiere un control. No puede existir ese seguimiento si el trasplante no es a través de un sistema sanitario organizado regulado monitoreado y registrado. Todo eso son valores que se han construido en el mundo desde las últimas dos décadas del siglo pasado hasta ahora”.
“Esta locura que se plantea sería romper todo eso y en el mundo se hacen alrededor de 140.000 trasplantes de órganos donde la enorme mayoría son órganos obtenidos de donantes fallecidos. Lo que garantiza eso, justamente, son los marcos regulatorios, las legislaciones nacionales, más los consensos internacionales que permiten garantizar o evitar que se que se salga de esos márgenes”, reiteró el médico.
Ante la consulta de si consideraba que el mensaje de Milei podría provocar un retroceso en el avance de la concientización sobre la donación de órganos, respondió: “La verdad que no. Creo que la gente tiene una actitud positiva porque confía en el sistema, porque sabe que abre la página, cuál es la lista de espera, cuánto trasplantes se han hecho este año, cuántos donantes hay. Acceden todos fácilmente a la información. La transparencia es lo que ha despejado incluso esas leyendas urbanas que hablaban de que te sacan el órgano si sos donante. Eso ya no existe. El nuestro es un sistema organizado sólido y transparente. Yo no tengo ningún temor. Digamos que Milei, lo que busca, en todo caso es estar presente en los medios”.
Para cerrar, cuando se le preguntó qué le diría al parlamentario si lo tuviera en frente, Soratti respondió: “Yo no creo que quiera escuchar nada. Me parece que esto está fuera de la racionalidad. Lo que le diría es que esa manera que él está proponiendo es justamente la manera de destruir los sistemas de donación y trasplante que tanto esfuerzo requieren. Todos los sistemas sanitarios del mundo lo hacen. Es algo contraproducente, pero no porque yo tenga miedo de que esto vaya a afectar la credibilidad de nuestro sistema de donación y trasplante. Si no porque es un disparate que no tiene ni pies ni cabeza. Yo creo que tiene patas muy cortas esto, dentro de una semana no se habla más”.
(La Nación)