Por Lucía López Solís.
Muchas veces, como comunicadores y comunicadoras, sostenemos que lo que no se dice no existe, queda anulado. Y eso mismo fue lo que pasó -y aún pasa- con las mujeres y la política.
Hace 73 años que las mujeres no éramos consideradas cívicamente, lo que dejaba en evidencia la existencia de una política patriarcal y poco solidaria.
La ley 13.010 o “Ley del Voto Femenino” se sancionó el 9 de septiembre de 1947, unos treinta y cinco años después que el Congreso Nacional aprobara la ley 8.871 (conocida también como Ley Sáenz Peña) y que introdujo el sufragio obligatorio, secreto y universal (masculino).
La aprobación de esta norma significó la incorporación de 4.225.467 mujeres al padrón electoral, alrededor del 48% de la población, que hasta entonces, se consideraban intelectualmente igual a los menores de edad.
En el proceso legislativo influyó el decisivo apoyo de Eva Duarte, esposa del entonces presidente Perón. Su promulgación fue el 23 de septiembre y, por esta razón, se conmemora en esta fecha el “Día Nacional de los Derechos de la Mujer”.
Si bien significó un gran avance para la época, hoy lo vemos con otros ojos. Se aprobó el voto de las mujeres, de poder decidir quienes nos gobernaban, pero no así formar parte del arco político. Es decir, la posibilidad de poner en práctica el derecho a ser electas para ocupar cargos de decisión se vio impedida por la permanencia de ciertas pautas culturales patriarcales en los partidos o corrientes.
Incluso, la participación femenina en la política, se la veía como un “déficit de la democracia”… ¿Quién diría?
El cambio más importante y representativo en la política se produjo en 1991 cuando el Congreso Nacional sancionó la ley 24.012 que introdujo la obligatoriedad de llevar un 30% de mujeres (como mínimo) en las listas partidarias y en lugares con posibilidades de resultar electas.
Gracias al “cupo femenino”, comenzamos a ser representadas por nuestras pares y la participación de las mujeres en la Cámara de Diputados pasó del 5,1% en 1991 al 39% en 2017. Que dio lugar a las voces en debates parlamentario y diversificó la agenda legislativa, abriendo el abanico a otros temas.
En 2019 se aplicó por primera vez la ley 27.412 de Paridad de Género en ámbitos de Representación Política. Este cambio significó un avance en la ampliación de los derechos políticos de las mujeres al establecer que las listas a cargos electivos y dentro de las organizaciones partidarias deben integrarse con un 50% de mujeres y de varones intercalando posiciones. (1 y 1).
Aún así, seguimos siento minorías y en muchas ocasiones intentan usar nuestra condición de mujer para desmerecer la labor. La atenta supervisión de las mujeres y organizaciones de la sociedad civil llevaron adelante numerosas presentaciones judiciales para 1) terminar con una interpretación minimalista, 2) garantizar el cumplimiento por parte de los tribunales electorales y 3) sancionar cuando se las obligaba a renunciar para ceder su lugar.
Avanzar hacia una Democracia Paritaria no es una tarea sencilla, y para lo que sin dudas falta mucho, pero también son pequeños pasos y logros que nos enorgullecen. Implica un cambio y trabajo constante desde todas las partes incorporando la perspectiva de género.
Esto nos abre los ojos y resalta la importancia de establecer y fortalecer discursos justos e inclusivos desde el lugar que nos toque a cada uno o cada una. Asimismo, entendemos que es la política la herramienta indispensable y necesaria para llevar adelante los procesos de transformación que aporten a dicha inclusión.
El camino es largo y difícil, ya conquistamos muchos derechos pero quedan otros tantos por adquirir.