Reinstalar a la ciencia como política de Estado para que “los científicos tengan la certeza de que los proyectos se cumplirán”, y dotar a los centros de investigación de una impronta federal que contribuya a modificar la matriz productiva de las economías regionales son caracterizados por el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Daniel Filmus, como dos de los principales logros de su cartera durante el año que concluye y, a la vez, dos desafíos centrales del que está por comenzar.
Filmus recibió a Télam en su despacho en un fin de año que no interfiere en la continuidad de un trabajo ininterrumpido a pesar de las fiestas, y en el marco del ciclo de entrevistas que esta agencia realiza a los integrantes del Gabinete Nacional para conocer las metas del gobierno de cara al 2022.
El escalonamiento de los pasos del trabajo que se va cumpliendo y la victoria de su querido San Lorenzo, en la última fecha del torneo de fútbol, dispusieron al ministro a avizorar este inminente 2022 como más esperanzador.
“Lo más estratégico del 2021 fue volver a colocar a la ciencia como política de Estado. Desde la recuperación de la democracia, las políticas en ciencia y tecnología fueron pendulares, y eso fue un obstáculo para el desarrollo porque los proyectos requieren de períodos largos para asentarse y crecer”, reflexionó el funcionario, para quien “la tradición argentina es muy fuerte en este campo, y ha sido la preocupación central del Gobierno recolocarla como política de Estado para que nuestros científicos trabajen con la certeza de que los proyectos se podrán cumplir”.
Filmus destacó hitos significativos en este proceso de recuperación. En el ámbito legislativo, por primera vez en la historia, logramos la Ley de Financiamiento del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, que posibilita un horizonte previsible. Para el año 2015, la Argentina invertía el 0,37% de su PBI en ciencia y tecnología. Macri lo bajó al 0,24%, hoy estamos en el 0,28% y para el 2022 será un 0,31%. La idea es llegar a un poco más del 1% para el 2032. Si esta política de Estado se cumple, llegaremos a un nivel de inversión en ciencia y tecnología similar a la de los países centrales.
El otro hito a destacar es la respuesta de la comunidad científica a la pandemia de coronavirus, que produjo barbijos con aplicación de nanotecnología sobre la industria textil, el kit de detección de Covid-19, la reconversión de respiradores artificiales, el suero equino hiperinmune y el desarrollo de vacunas que están en diversas etapas de los estudios preclínicos. Hay cuatro en investigación, dos están más avanzados y esperamos que para fin del 2022 concluyan los estudios clínicos y para fines de ese año o principios del 2023 tengamos una vacuna nacional.
También destaco el aporte de las ciencias sociales. Desde la Agencia de Investigación y Desarrollo, se desarrolló el Pisac (Programa de Investigación sobre la Sociedad Argentina Contemporánea), que promueve líneas de investigación en ciencias sociales para contribuir al diseño de políticas públicas.
Se realizaron 19 investigaciones para ver, por ejemplo, cómo fue la nutrición infantil durante la pandemia, o que ocurrió con la educación, la seguridad o la violencia doméstica.
De cara al 2022, destacó que habra ejes principales en los cuales se trabajará.
El principal, en cuanto a concepción política del desarrollo de la ciencia, es su federalización, que viene de la mano de la Ley de Financiamiento del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, que crea un fondo de 14.000 millones de pesos para lograr esto. Más del 85% de la ciencia está concentrada en cuatro regiones: Córdoba, Santa Fe, CABA y el Gran Buenos Aires. Salvo algunos “manchones”, como Bariloche, el resto del país casi no tiene desarrollo científico y tecnológico trascendente.
Lo que permite esa norma es la inversión en programas de desarrollo de la ciencia e infraestructura (tenemos en cartera 35 grandes proyectos de infraestructura para la ciencia) y la radicación de investigadores en las provincias.
Así como tenemos un Programa Raíces que repatría a investigadores (en dos años regresaron 80), habrá un programa de radicación en el interior con el objetivo de agregar valor en donde se producen materias primas de modo que se modifique la matriz productiva local.
(Télam)