Un gesto político de Joseph Biden solicitado por Alberto Fernández hace un mes destrabó la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que en una reunión de directorio fuera de agenda tiene previsto hoy avalar el borrador del programa económico y financiero que Kristalina Georgieva y su staff acordaron con Martín Guzmán y sus asesores, tras una larga batalla que se dirimió cuando faltaban pocas horas para que Argentina cayera en default.
Dos funcionarios de muchísima confianza del Presidente se reunieron -por separado- con Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, para pedir que Biden aplaque las exigencias técnicas de la Secretaría del Tesoro respecto al plan que presentó Guzmán para lograr la refinanciación de los 44.000 millones de dólares que contrajo la administración de Mauricio Macri en épocas de Donald Trump.
El movimiento diplomático fue exitoso y Sullivan logró que Janet Yellen, secretaria del Tesoro, tuviera una mirada más contemplativa sobre la propuesta técnica formulada por la Casa Rosada al FMI para obtener un crédito de Facilidades Extendidas.
Yellen abrió la mano y aceptó un plan que -en principio- está a la medida de las pretensiones políticas de Alberto Fernández. Ese plan, acorde al último borrador que se manejaba anoche en Balcarce 50, presentaba los siguientes aspectos:
1. Déficit Fiscal. El FMI logró que Argentina aceptará la meta de déficit cero en 2025, y admitió que en 2022 sea de 2.5 de Producto Bruto Interno (PBI). De esta manera, el ajuste fiscal es lento y permitiría evitar que frene la reactivación de los últimos meses.
2. Reformas estructurales. No están previstas para los próximos años. Fue una exigencia del jefe de Estado a Georgieva, que finalmente aceptó. En este contexto, la reforma laboral y la reforma tributaria -por citar dos casos obvios- quedaron postergadas en el tiempo.
3. Cronograma de Desembolsos. Son voluminosos en los primeros años y respetan una lógica política vinculada a la campaña electoral de 2023.
4. Marco Macroeconómico. No plantea profundas exigencias respecto a la emisión monetaria, el tipo de cambio y las reservas del Banco Central.
Antes de llegar a este principio de acuerdo, Alberto Fernández lideró una agenda política que multiplicó las reuniones en la Casa Rosada y sus contactos vía celular con Europa y Estados Unidos.
Fuente: Infobae.