Cuando Mauricio Macri partió rumbo a Qatar para presenciar el Mundial sabía que iba a ser la única figura de la política local que podría transitar las calles de Doha sin tener que camuflarse, gracias a su cargo en la Fundación FIFA. En el medio de una competición que acapara la atención del mundo, con ojos argentinos mirando de la mano de la Scaloneta que llegó a la final, la figura del expresidente quedó nuevamente en el centro de la escena doméstica. El cierre del año oficia de prólogo del 2023 que, a diferencia de su némesis Cristina Fernández de Kirchner, el fundador del PRO todavía no hizo ningún renunciamiento público a candidaturas.
Al generar conversación entre propios y ajenos, el primer capítulo del Mundial de Macri se escribió enseguida, con el apodo de “mufa” que buscó instalar parte del kirchnerismo, sobre todo en las redes sociales. Después de la derrota inicial del seleccionado ante su par de Arabia Saudita en el debut, la presencia de Macri en el palco se instaló en la agenda, al punto tal que una de las preguntas que circuló poco después era si el expresidente estaría presente en el encuentro posterior contra México, como marcaba su agenda institucional.
Con el Mundial ya en sus etapas definitorias, Macri se burló del mote y hasta contraatacó con la cantidad de títulos que ganó el equipo xeneize bajo su presidencia. “Que me digan mufa lo tomo como que están definitivamente mal de la cabeza y a mí me resbala porque ganamos 17 campeonatos con Boca y muchos no jugamos bien, tuvimos suerte”, argumentó.
Sin perderse ni uno sólo de los partidos del seleccionado capitaneado por Lionel Messi, Macri a lo largo de la competencia fue cosechando fotos no sólo con las principales figuras del fútbol mundial, sino también con mandatarios que iban a presenciar los encuentros de sus respectivos combinados. La intención detrás de ese álbum, dicen quienes conocen a Macri desde su época de mandamás en el club de la ribera, podría anticipar una búsqueda del máximo lugar en la FIFA.
Su relación con el actual presidente, Gianni Infantino, se forjó bajo el auxilio que el exmandatario le dio durante 2018 en la cumbre del G-20 en Buenos Aires, a la que lo invitó a modo de salvavidas en medio de los coletazos del FIFAGate. Las diferentes bilaterales que Infantino mantuvo con los líderes mundiales en el evento le permitieron sortear los escándalos y consolidar su poder. Ya con Macri fuera de la Casa Rosada, le devolvió el favor al ofrecerle la presidencia de la Fundación del ente que regula el fútbol.
El cargo en FIFA, así lo adelantó hace tres semanas en charlas que mantuvo con sus pares del PRO, lo habilitaba a ser uno de los que entregue la Copa al campeón. Ante el avance de la selección argentina en el fixture, Macri fue cambiando de idea, al punto tal que aclaró en público que, por cuestiones de protocolo, solamente lo pueden hacer Infantino y sus pares de las federaciones que acceden a la final. Igual el expresidente estará en la foto con el conjunto que se lleve el trofeo más codiciado por el mundo del fútbol.
Bajo la máxima de no hacer política partidaria durante la competición, el expresidente cuidó con recelo las imágenes que se encargaba de dar a conocer mediante sus redes sociales. Allí se limitó a mostrar sus reuniones con personalidades del fútbol. Difundió una del encuentro de paddle que compartió con Francesco Totti, Frank De Boer, Christian Vieri, Alessandro Del Piero, Marco Materrazi, John Terry, Diego Forlán e Iker Casillas entre otros. Pero, por poner un ejemplo, el encuentro con el mandatario francés, Emmanuel Macrón, considerado su amigo por Alberto Fernández, no fue difundido en ninguno de sus perfiles.
El mismo tacto se extendió a las entrevistas que brindó desde Qatar. La mayoría fue a medios deportivos en donde, además de dar su visión sobre el rendimiento del seleccionado dirigido por Lionel Scaloni, aprovechó para bajar línea sobre cuestiones de la política argentina. En la más reciente, con Cadena 3 (radio que el propio expresidente admitió que suele escuchar todas las mañanas), ponderó el avance en el emirato y sostuvo que uno de los motivos es la “falta de sindicalistas”.
A 13.000 kilómetros de distancia, Macri también se aseguró de promover su impronta dentro del PRO, como también en Juntos por el Cambio (JxC). Las conversaciones con las principales figuras del espacio se mantuvieron durante todos los días que duró la competición. “Esta hiperconectado. No se le escapa ningún detalle”, remarcó uno de los colaboradores estrechos del expresidente.
De esas charlas surgió el encauzamiento de su relación con el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. Si bien ambos “hablan de forma seguida”, la conexión entre ambos alcanzó su pico máximo de tensión luego del lanzamiento del ministro de Salud, Fernán Quirós, como candidato a jefe de Gobierno por el PRO. A su regreso de Qatar, Macri tiene pensado irse directamente a Villa La Angostura, la localidad neuquina en la que suele vacacionar en enero. Hasta el cierre de esta nota sólo tiene agendada una visita del alcalde.
Otro de los que estuvo conectado de forma casi diaria con Macri fue el intendente de Lanús, Néstor Gridetti. Incluso el expresidente le envió un video desde Qatar para respaldarlo como precandidato en la interna que tiene el PRO para gobernador en la provincia de Buenos Aires. En el otro lado del mundo, el exmandatario aportó sus granos de arena en la caldeada interna opositora en el principal distrito electoral del país.
La presidenta del PRO, Patricia Bullrich, también mantuvo diálogos con Macri que estuvieron marcados por la tensión por la situación del diputado Gerardo Milman, involucrado en la causa del atentado a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. El exmandatario le hizo saber su malestar y la necesidad de correrlo del foco de su carrera presidencial. La exministra de Seguridad también quiere que un macrista salga cuanto antes de su esquema de campaña: el médico Carlos Kambourian, que fue procesado acusado de utilizar fondos del Hospital Garrahan para gastos personales.
(LetraP)