Por Andrés Lavaselli
Once días después de la condena que encerró a Cristina Kirchner en San Juan 1111, el peronismo encara una negociación por la unidad que luce compleja, pero que tiene un aliciente aún poco advertido: captar la reacción de simpatía de una porción del electorado que antes no tenía previsto ir a votar pero que ahora lo está reconsiderando. No es el único efecto de la resolución de la Corte: mientras que para LLA y PRO apareció un nuevo argumento para un acuerdo que parece haber adquirido formato definitivo, en la UCR se impone la idea de rechazar ambos extremos.
El miércoles, mientras bajaba de a poco el pico de intensidad emocional que supuso para el kirchnerismo la marcha de Plaza de Mayo, en una de las oficinas de comando de lo que hasta ahora se llamó UxP repasaron el “track” -actualización- de una encuesta de consumo interno, realizado el domingo previo. Contenía dos datos fundamentales: 1) La elección de septiembre está pareja. 2) En comparación con lo que ocurría antes del fallo, cuando el peronismo solo se imponía en la tercera sección, ahora mejora en todas y se impone en varias, algunas de ellas del interior de la provincia, el territorio más hostil para el cristinismo.
¿Lo importante es cómo se explica la mejora? No por cambios en la intención de voto, sino porque la empatía que produce la victimización de Cristina está movilizando a una porción del electorado filo peronista que no tenía pensado ir a votar en septiembre. La clave, en definitiva, es el nivel de participación. Y la cuenta que hacen es la siguiente: si hay un aumento del 10% que acerque esa variable al 70%, el peronismo podría quedarse con 7 de cada 10 votos añadidos y mejorar hasta cuatro puntos su perfomance general. En una elección que la situación de Cristina tiende a hiperpolarizar, podría ser la llave de un triunfo.
El trabajo aporta datos concretos pero muy provisorios: fue realizado “con la espuma de la ola de amor por Cristina alta” (la definición la dio a DIB su responsable, que ha asesorado tanto a Máximo Kirchner como a Sergio Massa), pero el paso de los días podría hacerla descender. El mismo experto advierte que la otra variable es el perfil de los candidatos que se escojan: cuando menos negatividad, señala, mejor. Y eso porque de lo que se trata es de campar un cierto “voto estratégico o de segunda preferencia”, que existe por fuera de los que adscriben a uno u otro polo de la grieta.
¿Lo tendrán en cuenta quienes deben negociar las listas? Se verá: en principio esa pulseada comenzó ardua. No hay acuerdo aún sobre los términos en que funcionará la mesa política para llevarla adelante. ¿Serán dos o tres los sectores entre los que se repartan los cargos? ¿Qué pasará con los socios minoritarios como el sector de Juan Grabois, el retornado Guillermo Moreno o Martín Sabatella: tendrán lugares propios o deberá “pagar” por ellos el cristinismo, como se escuchó decir a un dirigente no kicillofista? ¿Finalmente se sumarán, como se rumorea, otros dirigentes que se había alejado, como el intendente de Tigre, Julio Zamora?
Por ahora, asoma una primera certeza: es probable que Massa logre imponer su criterio y el frente pase a llamarse “Peronismo”. A secas. La intención es instalar la idea de una lucha entre Milei y el peronismo y todos parecen estar de acuerdo.
Más allá de ese entendimiento, la tensión con el kicillofismo no cede. El FR, por caso, hizo correr la versión de un acuerdo previo entre Massa y Máximo, para luego sumar al Movimiento Derecho al Futuro. Desde gobernación respondieron con ironía: “eso es porque son un sector unificado, distinto al nuestro”. Traducción: deberían ser computados como un solo actor a la hora de dividir los lugares en las listas. No es que el kicillofismo crea que va a ser así, pero la respuesta vale para medir el estado de ánimo imperante.
Otro punto clave es la “hipótesis de la transferencia”. Esto es: quién es el candidato/a que está en mejor situación de captar los votos de Cristina Kirchner, imposibilitada de presentarse. Un señalamiento de la expresidenta podría parecer suficiente para definir el tema, dada su recobrada centralidad. Pero en La Plata advierten: “el amor de la gente es con ella, pero en su ausencia, partimos todos de la misma base”. Es un dardo dirigido a Máximo Kirchner, que suena como posible cabeza de lista de la tercera sección, un movimiento que algunos intendentes recelan.
Mientras, la pulsión de unidad que campea en el peronismo dio un nuevo argumento para el acuerdo entre LLA y PRO. Las negociaciones habrían llegado a un nuevo punto de equilibrio: habría una alianza electoral entre fuerzas diversas, como querían los amarillos, pero se llamará La Libertad Avanza, una imposición de los violetas. Resta ver en qué términos lo asimila el sector más intransigente de PRO, vinculado a Jorge Macri, que amaga con complicar las cosas en la primera y cuarta secciones. En Pergamino, Junín, 9 de Julio y Vicente López hay intendentes de ese espacio interno.
En la UCR, una compulsa entre intendentes realizada por los responsables de los dos órganos de conducción provisoria que tiene el partido, habría sacado a la luz una mayoría de unos 22 intendentes, de un total del 27, que rechaza ir a la elección con LLA. Podría ser el anticipo de un juego “por el medio”, lejos también del peronismo, aunque algunos dirigentes boina blanca mantiene aún contactos con la Casa Rosada. En las próximas horas, dicen en el radicalismo, comenzará a hacerse públicas algunas novedades al respecto. (DIB)