Por Andrés Lavaselli
El cierre de listas para las inéditas elecciones de 7 de septiembre, acaso el más tormentoso de las últimas décadas incluso para los niveles de caos habitualmente altos de este trámite, dejó sobre el escenario tres coaliciones que debieron recurrir a una prórroga para anudar acuerdos precarios y ahora deberán enfrentar la campaña en condiciones complejas.
El ruido más fuerte sin dudas fue el que se escuchó en el peronismo: Axel Kicillof y Máximo Kirchner prolongaron su duelo hasta el límite: recién cerca del amanecer del domingo arribaron a un acuerdo que evitó que Fuerza Patria volara por los aires antes de debutar en las urnas, pero que ni siquiera está completo. Se requerirá mucha muñeca para completar las listas seccionales, de las que solo se definieron las “cabezas”.
El primer dato, insoslayable, que se desprende de ese avatar es que la lapicera que define las listas, que en los últimos 20 años fue de Néstor o Cristina Kirchner y, en más acá en el tiempo, de Máximo, ahora no tiene un propietario único. Cambio de época. El desorden final, con Sergio Massa operando como mediador entre partes, se explica en buena medida por eso.
“Ganó Kicillof”, decían algunas fuentes cuando se conoció que los ligares más visibles de la elección son para Gabriel Katopodis y Verónica Magario, primeros en las listas de la primera y la tercera. Cristina Kirchner, en un llamado que gobernación niega, habría pedido por Mayra Mendoza, impulsada por Máximo Kirchner, para el casillero que al final ocupó Magario.
Ese dato, casi un chisme, da cuenta de algo más estructural: en el MDF evalúan que la firmeza con que negoció confirma la autonomía del gobernador, que ya no responde a directivas de la expresidenta. Era, desde un principio, el objetivo: que el kicillofismo se sentara el pie de igualdad con el camporismo y el massismo en la mesa de poder del peronismo.
Pero a la vez, el cierre encierra riesgos. Si la elección no sale bien para FP, Kicillof será el apuntado por la derrota. Con un añadido: el precio del protagonismo en el Conurbano puede ser una superpoblación de camporistas en el resto de los lugares. Ya comenzó con la designación de las seis cabezas de listas del interior, pero se puede profundizar. De fondo está la conformación de la Legislatura para los dos últimos años de mandato del gobernador.
Del equilibrio que los ingenieros electorales hagan para completar esas listas depende no solo la estabilidad del frente. También, probablemente, el involucramiento de todos en la campaña.
Triángulo al rojo vivo
Mucho menos explosivo que el del peronismo, el cierre de Alianza La Libertad Avanza también sembró tensiones. La principal es la que surge de la mano de hierro que aplicó Karina Milei para excluir a Santiago del armado: consecuencia, Las Fuerzas del Cielo casi no tienen representantes en las listas.
La ruptura entre “la jefe”, como llaman a la hermana del presidente en el mundo libertario, y el influyente asesor -que tal vez ya no lo es tanto- venía de un tiempo atrás, pero puede que ahora se haya agravado. Algunos reportes dan cuenta de una reunión a solas en las últimas horas, cuyo resultado se desconoce: ¿tregua o crisis final? No es un dato menor, porque afecta la estructura de mando más alta que tiene el gobierno.
Sebastián Pareja, que terminó de armar las listas encerrado en un bunker en la Ciudad Autónoma solo en línea con Eduardo “Lule” Menen, jugó un pleno en el conurbano, ante la ausencia de Caputo: colocó en la cabeza de la lista de la tercera sección a Maximiliano Bondarenko, un excomisario. Es un anticipo de una obviedad: la inseguridad en el conurbano será eje del discurso proselitista de los libertarios.
¿El ejército tuitero de LLA, uno de sus dispositivos de propaganda más eficaces, acompañará esa estrategia con el énfasis habitual? La duda surge porque las estrellas de las redes más conocidas son parte del team Caputo.
La integración de PRO a ese armado fue tal vez un poquito mejor de la esperada: ocho candidatos “a salir”, cuando el techo fue en algún momento de la pulseada seis. Claro que se trata de una cosecha muy hipocalórica si se tiene en cuenta que es el espacio que gobernó la provincia hasta hace apenas cinco años. Pero el vendaval libertario lo arrasó, las encuentras le daban bastante menos de 10 puntos de intención de voto a la marca y en esa condición la negociación casi no fue tal, sino apenas una rendición más o menos deshonrosa. La cabeza de lista de la segunda sección, para una delegada de Cristian Ritondo fue un guiño al armador amarillo además de un gesto al partido, que colocó previsiblemente a Guillermo Montenegro al tope de la boleta en la quinta sección.
Un centro tenso
En Somos Buenos Aires también hubo, como era previsible, tensión. El armado de los radicales con el peronismo no K, Facundo Manes, Emilio Monzó. La CC y el GEN debatió hasta último momento las listas de la tercera sección, en el Conurbano.
Los radicales son algo así como la columna vertebral del acuerdo por su despliegue territorial y consiguieron colocar a Pablo Domenichini, rector de una universidad, en el primer lugar en la tercera sección, después de una dura pulseada en la que circuló el nombre de Graciela Camaño. El veto a la exdiputada recogió como una de sus razones la cercanía pasada con Sergio Massa. Y acaso no provino de la YCR. En definitiva, el peronismo se quedó con la primera para el alcalde de Tigre, Julio Zamora, acaso porque es el único que puede aportar la perspectiva de lograr un representante parlamentario surgido del AMBA.
La incorporación de Pablo Petrecca, el intendente de Junín que rompió con A-LLA, sumó (junto a la de su par de 9 de Julio, María José Gentile) la para amarilla a un acuerdo que nació con el objetivo de convertirse en una fuerza transversal.
En SBA no son muy optimistas respecto de la cosecha de legisladores para este turno electoral: hablan de un armado pensando en 2027, que ahora apenas buscaría instalarse para comenzar a rodar y, a la vez, consolidar liderazgos locales. Su ro, de todos modos, podría no ser tan menor: en una elección que se anticipa polarizada entre FP y A-LLA, los votos que consiga podrían inclinar la balanza. Y eso depende de a quién se los quite: el foco de su campaña cobra desde este punto de vista, otra trascendencia. (DIB) AL