Por Andrés Lavaselli
La elección porteña de este domingo tiene una significación especial para el escenario político bonaerense: por un lado, porque como trata de una de las batallas importantes en la guerra por el liderazgo de la derecha argentina que libran –uno a la ofensiva y el otro a la defensiva- Javier Milei y Mauricio Macri, su resultado impactará directamente de lleno en la arquitectura de la opositora en la Provincia. Pero además, porque emitirá señales para otra disputa, cada vez más intensa: la dura interna que libran entre sí los libertarios por quedarse con el control de las listas –y del poder- en el territorio que gobierna Axel Kicillof.
Existe una premisa que por estas horas circula con fuerza de lugar común tanto en La Libertad Avanza como en PRO: la performance de Manuel Adorni como candidato a legislador porteño contiene la clave del modo en que se negociará un acuerdo entre los libertarios y el PRO que todos dan por hecho en la Provincia. Y ahí hay un dato, que también todos dan por cierto: si lo que está en juego es solo el alcance de un cuerdo, significa que ese acuerdo existirá más allá de cómo salga la elección. Es decir, más allá de la voluntad de Macri. Para que (¿le?) quede claro al presidente de PRO, Sebastián Pareja y Cristian Ritondo, los negociadores de uno y otro campamento, confirmaron una nueva reunión entre ambos la semana entrante.
A la vez, hay una especie de tabla de graduación de la relación resultado-impacto bonaerense. Para simplificar: si Adorni no le gana a Silvia Lospennato, Macri le facturará a Milei desgaste electoral, porque a diferencia de las cuatro provincias norteñas donde los libertarios tuvieron resultados mediocres hace una semana, en CABA el Presidente se implicó personalmente en esta campaña. Pero si, al revés, el vocero tiene un bien resultado, la provincia será el siguiente objetivo de la estrategia de fagocitación del PRO por parte de LLA.
¿Cuál sería la diferencia inmediata y concreta entre uno y otro escenario? Un entendimiento entre partidos, gestionado por sus cúpulas, con una identidad electoral nueva que lo que exprese, como quiere Macri; o un acuerdo de los libertarios con algunos dirigentes de PRO que se sumarían a su espacio (y a sus listas) en forma individual, lo que desdibujaría más el liberazgo del expresidente.
Pero no es solo la suerte del PRO bonaerense, y la de Macri como dirigente, la que comienza a estar en juego: también el resto de la oposición podría verse afectada. Una clave es si el sector de PRO que quedará disponible para un acuerdo anti libertario pero también con el peronismo no K será electoralmente relevante o no. El radicalismo –tanto la versión que encarna Maxi Abad como la de Martín Lousteau- prestan atención a esto, así como peronistas como Julio Zamora, Fernando Gray, Juanchi Zabaletta y, Guillermo Brito, y hasta Joaquín De La Torre. Esta avenida del medio” es una opción que se ensancha o angosta al compás de las marchas y contramarchas de las conversaciones de Ritondo con La Libertad Avanza. Pero una suerte de recreación de Juntos por el Cambio sin la Coalición Cívica no es el único destino posible: hay peronistas que podrían optar por Kicillof sin el gobernador termina por romper con Cristina Kirchner. Y radicales que conversan seguido con la Casa Rosada, con la que podrían llegar a un entendimiento con los libertarios e integrar sus listas más allá del final de la novela de los violetas y los amarillos.
Un tercer plano de la incidencia de la elección porteña en la provincia se relaciona con la interna al rojo vivo en el campo libertario. Santiago Caputo está acelerando a fondo para multiplicar su incidencia en la provincia, como parte de su disputa sobre la estrategia electoral contra Karina Milei y los primos Martín y Eduardo “Lule” Menem. Un triunfo de Adorni sería un punto importante para Karina, porque la candidatura del vocero es parte de la estrategia de ir sin acuerdos con terceras fuerzas (como tales) en todos lados que empuja la hermanísima.
Caputo ya avanza: empoderó a dos de sus dirigentes para disputar lugares clave: a Nahuel Sotelo, el secretario de Culto y Civilización, busca ubicarlo al tope de la boleta de la tercera sección, al que aspira Pareja, el armador de Karina. A Pareja, Caputo directamente lo quiere fuera del partido, directamente. El otro alfil del asesor es Agustín Romo, presidente del bloque de Diputados: pretende que sea primer candidato a diputado nacional, un lugar que se suponía tenía asegurado José Luis Espert. Romo empieza a rodar también tras el otro objetivo de Espert: la postulación para suceder a Kicillof en 2027. Hasta se habla de Daniel Parisini, aka “El Gordo Dan”, como un posible candidato en la octava sección, La Plata. Es un simétrico al que ubica en la cabeza de esa lista a Francisco Adorni, el hermano del vocero, una de las derivaciones que imagina si tiene éxito este domingo en las urnas.
La pelea es cada vez más áspera: el miércoles en el cierre de campaña de Adorni, casi hubo golpes de puño entre los militantes alineados con Karina, vestidos de violeta, y los de Caputo, alineados con la columna de Las Fuerzas Del Cielo, uniformados de púrpura (y con estética proto romana aunque el violeta era el color de la oligarquía imperial) y encabezados por Romo y por Dan. Sibilinos, desde este último espacio apuntaron a Pareja por los militantes que reclamaron los $25 mil que les habían prometido por asistir al acto. El armador de Karina se había sacado unas horas antes una comentada foto con su tropa bonaerense y la Casa Rosada de fondo, de la que excluyó a Romo. Fue una forma de intentar definir de qué lado está el respaldo presidencia en la pelea, que el propio Milei debió equilibrar después con un guiño en las redes al diputado. Por ahora, la sangre no llegó al río.
Mientras, del otro lado de la grieta, Cristina Kirchner volvió a hablar. Y habló de “unidad”. Lo hizo en una reunión en el Instituto Patria con ocho intendentes, cuatro de su espacio y cuatro kicillofistas (Mayra Mendoza, Federico Otermín, Mariel Fernández, Leonardo Nardini/Fernando Espinoza, Julio Alak, Andrés Watson y Alberto Descalzo). Cuentan que la expresidenta bajó el tono de las críticas a Axel Kicillof, aunque volvió a dejar entrever que está muy dolida porque no la acompañó en la presidencia del PJ. ¿Hay acuerdo? Para nada: de hecho, a niveles locales proliferan los armados divididos. Pero la cuádruple elección en el norte, donde el peronismo con listas múltiples hizo un papel penoso, tal vez haya reactivado el atractivo de la unidad –aunque sea a la fuerza- en la Provincia. (DIB)