Por Andrés Lavaselli
En medio de la extrema tensión política interna que no cede al punto que amenaza con, de mínima, demorar todavía algunas semanas más la resolución de definiciones electorales básicas, Axel Kicillof abrió una línea de diálogo con el kirchnerismo, en la que interviene también el massismo con un rol importante. El objetivo es un beneficio compartido, que implica además a buena parte de la oposición: asegurar el financiamiento de la Provincia y, por ende, de los municipios, hasta fin de año, en un contexto de caída de recaudación que está complicando aceleradamente los números fiscales.
Las conversaciones, aun incipientes, giran sobre una cuestión muy concreta: habilitar al Tesoro bonaerense a tomar nueva deuda por un equivalente total en pesos a 1.200 millones de dólares. Es la cifra que estaba prevista en un artículo del Presupuesto 2025, proyecto que no se aprobó en buena medida producto de la interna que ya había estallado entre el kicillofismo y el cristinismo, que maniobró para bloquearlo sobre una negativa que también fue de la oposición. Ahora, el gobernador le adelantó al presidente de Diputados, el massista Alexis Guerrera, enviará un proyecto de ley específico, como había adelantado DIB el 2 de febrero.
Hasta ahora, la falta de presupuesto no había supuesto un gran problema para la provincia. Básicamente, por un “rulo” fiscal que le proveyó oxigeno financiero: con topes de IIBB a niveles de 2024 pero facturación actualizada a 2025, se generaron entre 400 y 500 mil millones de pesos suplementarios de los que el Ejecutivo pudo disponer discrecionalmente, justamente porque no hay Presupuesto que los contemple. Sin embargo, esa ventaja se evapora a medida que avanza el año: la caída de la recaudación, el cuello de botella que implica el pago del medio aguinaldo y la presión de una paritaria estatal bajo rebote inflacionarios encendieron las alertas.
Kicillof lo conversó hacer una semana con un grupo de cristinistas que lo fue a ver a La Plata: los intendentes Gustavo Menéndez, Mayra Mendoza, Leonardo Nardini y Federico Otermín. La reunión se había planteado como una señal de distensión interna, pero de eso, al parecer, tuvo poco. Se habló mucho, en cambio, de fondos: el gobernador escuchó reclamos porque las comunas necesitan más y más, muy especialmente Quilmes. Respondió que ya sumó todos los “plus” que le pidieron (el último, para reforzar Seguridad) pero con la coparticipación afectada por una reactivación que no despega, el endeudamiento es vital. Aparecen así dos tramas que se entrecruzan: la pelea en la Legislatura por el formato de la elección que enfrenta a kicillofistas con cristinistas y, ahora, el tratamiento de un proyecto en el que tienen, al parecer, intereses en común.
Surge una primera cuestión, referida a los tiempos: Kicillof y Guerrera convinieron que el momento para intentar cerrar el tema deuda es previo a que se acelere el debate electoral. Hay apuro porque todos necesitan ese dinero para llegar a fin de año sin sobresaltos, pero no extrema urgencia: “hoy tampoco hay mercado para tomar esos fondos”, razonan en el Ejecutivo.
Es una explicación a medias: tampoco hay clima para avanzar en una Legislatura tensada por el debate electoral. Este lunes, todo indica, Diputados hará ley la suspensión de las PASO. Pero ahora la puja pasa por otro ítem, más técnico, acaso críptico para los no especialistas, pero sensible: los plazos electorales. Son los tiempos que insume el proceso previo a la elección en sí misma. Cuándo se cierran las listas, cuándo se oficializan las boletas. Kicillof quiere extenderlos para facilitar la organización y adaptarla a la fecha de los comicios, que adelantó por decreto para el 7 de septiembre. Pero aún no obtiene el OK del kirchnerismo ni de la oposición.
Las motivaciones son variadas. Hay una demanda compartida al Ejecutivo respecto de la relación con el Parlamento. “Tienen que venir a explicar en detalle cómo se va a modificar nada menos que el procedimiento electoral, no puede ser que nos pidan votarlo sin avenirse a eso”, es la idea. Pero también hay juego político: el kirchnerismo quiere demostrar que el planteo de desdoblamiento de Kicillof fue apresurado e inconveniente al punto que se le complica la organización de la elección. Una especie de “yo te lo dije”. Hay más: a la UCR le conviene que los plazos sean los más cortos posibles, igual que a Cristina, por una cuestión de táctica electoral. Es que si se mantuviesen los plazos actuales, el cierre de listas en PBA operaría el 8 de agosto, y el nacional el 17, lo cual favorecería resolver las candidaturas en una sola negociación, lo que le convendría a la expresidenta.
La intervención de un tercer actor, la Junta Electoral, revela cuánto hay de pulseada política en la cuestión. El organismo, que tiene a su cargo la realización de la elección, ya reclamó dos veces a la Legislatura que los plazos se amplíen, bajo la advertencia explícita de que de lo contrario será muy difícil llevar adelante el proceso. Quiere lapsos algo más cortos que los que plantea Kicillof, pero más prolongados que los que regirán si no se modifican. Sin respuestas hasta ahora, su presidenta, Hilda Kogan, hizo el viernes un tercer intento: convocó a diputados y senadores a discutir el punto el lunes, unas horas antes de que se vote la suspensión de las PASO. Pero bastó la sospecha de que podría hacer un planteo que beneficie a Kicillof (incluir en el proyecto de PASO un artículo para que los plazos sean los que impulsa la Junta) para que varios bloques decidieran vaciar la reunión: la UCR, el PRO y al menos una parte de UxP identificada con el Instituto Patria.
En ese marco, es improbable que la cuestión de los plazos, que tiene que definirse a través de una Ley, esté resuelta antes de las próximas dos o tres semanas. Pero el tic tac que comienza a correr no es eterno: tanto los cristinistas como los opositores -en este caso especialmente los radicales y el PRO- que demoran su tratamiento están interesados en mejorar el financiamiento, algo que le reclaman sus propios intendentes. Y Kicillof ató la resolución de una cuestión a que se destrabe la otra.
La UCR como premio
Si esa disputa por la cuestión previa del formato de la elección demuestra que en el peronismo el debate por las listas será durísimo, en la oposición las cosas no están mucho mejor. La muerte del Papa obligó a suspender el Congreso de la Libertad bonaerense, en el que Javier Milei iba a estrenar su estrategia de campaña en la Provincia. Pero no bastó para pausar su pelea con Mauricio Macri, que se agudizó con una acusación al presidente de comprar dirigentes PRO.
Macri multiplica su esfuerzo para evitar una sangría individual de dirigentes que terminen en las filas libertarias, y pareció hablarles a Cristian Ritondo y Guillermo Montenegro, a quienes tenía a su lago cuando hizo el reproche, a sabiendas de que son piezas que apetecen conquistar los libertarios. El expresidente, a su vez, blanqueó que quiere un acuerdo con un sector al menos de la UCR, tal como adelantó DIB el martes pasado. La respuesta de la Casa Rosada no se hizo esperar: dejaron trascender contactos del poderosísimo asesor Santiago Caputo con dirigentes del radicalismo de la provincia.
En ese marco, la UCR aparece como un botín en la guerra entre libertarios y PRO. Pero es un trofeo que, en esas condiciones, es difícil que llegue sin romperse al día de la elección, que el sector que conduce Facundo Manes aparece alejado de la posibilidad de una conversación, aunque sea de resultado incierto, con los libertarios. (DIB)